miércoles, 18 de mayo de 2011

LA VIDA CONTINUA DESPUES QUE MORIMOS

La vida en la Tierra tiene unas características que no se encuentran en otros planos vitales del Universo. Éstas son principalmente el tiempo y la materia. La materia es un nivel vibratorio decodificado por nuestro cerebro donde transcurre la ‘realidad’ de esta dimensión, la realidad de este patrón energético concreto, donde se desarrolla nuestra vida física y donde nos encontramos con las personas y situaciones que nos irán poniendo a prueba y haciendo evolucionar en distintos caminos y significados para nosotros, para nuestro verdadero Ser Interior.

El tiempo es una porción del infinito que existe en el universo. El tiempo es una coordenada que existe en la vida humana para que seamos capaces de manejar y organizar nuestras actuaciones, existe para que seamos capaces de ser conscientes del lugar en el que nos encontramos, y el momento evolutivo en el que se encuentra nuestra conciencia o alma. Una vida media actualmente está en torno a los 80 años, poco tiempo para evolucionar, y para aprender todo lo que un alma debe aprender para seguir siendo útil a los compañeros de evolución y a otros seres vivos del cosmos que se encuentren en estados evolutivos inferiores.

Las condiciones planetarias brinda al ser humano que pulula sobre la superficie, leyes que rigen indefectiblemente las acciones de los cuerpos, y una consecuencia de vivir en este plano dimensional en que impera la densidad material, es que los cuerpos deben envejecer e ir perdiendo facultad de movimiento en la medida en que el tiempo lineal prolonga su trayectoria, y se van cumplindo los programas impregnados en la genetica humana y en toda la naturaleza que nos rodea, para que nos sirva mientras existamos aqui y ahora.

Por ello, después de la muerte hay vida, vida que pertenece a las almas que viajan para cumplir el proposito de su existencia, y depende de las vidas que hayamos llevado, y la lucidez de nuestra muerte en este proceso, para que continuemos en el camino evolutivo del alma humana, la cual se verá condicionada por nuestro proyecto de vida, ésto es, el camino que deberá llevar nuestra conciencia, renacida en un nuevo cuerpo de bebé en una próxima encarnación, con un fin y claro propósito: favorecer a nuestra evolución, a la de nuestra familia evolutiva de procedencia, y sobre todo, para sanar y concluir capítulos pendientes.

El fin de la conciencia, del alma, es evolucionar en un campo de batalla como lo es el planeta Tierra. Este planeta alberga las mejores condiciones de polaridad: bueno y malo, frio y calor, luz y oscuridad, arriba y abajo, etc., para que, siempre conectados a nuestras emociones, sensaciones, y sentidos físicos, podamos ir moldeando nuestra conciencia-alma-espiritu, todo integrado a través del conocimiento adquirido por la experiencia de la vida en la tercera dimensión, que es la actual dimension en la que nos encontramos.

La reencarnación del ser humano ha sido tomado como locura por muchas filosofías, culturas y religiones. La locura realmente es pensar que después de la muerte y antes del nacimiento no haya nada. Ese pensamiento, esa doctrina, ese concepto mental, dista mucho de conocer realmente el funcionamiento del Universo y de la Vida, en los diversos y variados multiversos, y planos de conciencia.





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