explorando el misterio cuántico de la muerte
Las religiones tienen diversas interpretaciones de lo que sucede cuando una persona muere. Quizás la más interesante es la del budismo tibetano, que señala, de manera simplificada, que cuando una persona —un psiconauta— muere, se enfrenta con una especie de realidad virtual/autovideojuego cósmico en la que tiene que seguir una luz para escapar de la rueda ilusoria del mundo y no reencarnar más. El interés aquí es ligar lo experiencial y lo místico con lo científico. Nuevas teorías apuntan a que al morir, a través de un fenómeno cuántico, vemos una proyección holográfica de nuestra vida, un eterno retorno o simulacro informático, del cual, si mantenemos la conciencia, podemos escapar.
Según se expone en Las Mil y Una Noches, el día más importante de tu vida es el día de tu muerte. Para Don Juan, el brujo espectral que Carlos Castaneda retoma, la muerte es el aliado, el copiloto y “La idea de la muerte es lo único que templa nuestro espíritu”. Esto sugiere que la muerte es sobre todo una posibilidad (de ser) —quizás la frontera donde lo imposible se vuelve posible. Esto nos hace pensar en la posibilidad de que alguien que por alguna razón es capaz de mantener su conciencia al perder su cuerpo podría tomar la conciencia del universo entero y vivir todas las vidas alternativas en un instante. El jugador que se convierte en el juego. Obtener la conciencia brahmánica
En los últimos años han surgido dos teorías sumamente interesantes sobre lo que sucede cuando morimos en el ámbito científico. Ambas recurriendo al concepto de dilación temporal de manera independiente.
El físico Greogory Hammond, estudiando los microtúbulos del cerebro (estructuras nanométricas que parecen estar relacionadas con el procesamiento de la información y la conciencia a nivel cuántico), cree haber descubierto que lo que experimentan las personas que por momentos se acercan a la muerte —momentos que aparentan ser casi eternos— se debe a un fenómeno en el cerebro que se conoce como dilación temporal.
“Una dilación relativista del tiempo a último minuto que provee ‘una vida después de la muerte’ que en realidad ocurre microsegundos antes de la muerte y que por su enorme dilación temporal parece ocurrir después de la muerte”, dice Hammond. Esta idea de que el tiempo puede extenderse como una liga casi infinita fue postulada por Jorge luis Borges en su cuento «El milagro secreto», donde el escritor, Jaromir Hladík, obtiene un año en un instante antes de que lo impacte “el plomo alemán” y sea fusilado para completar una obra inconclusa.
Pero seguramente la mejor explicación y exploración de esta dilación temporal viene del neurocientífico Anthony Peake, quien en su teoría “Engañando al Barquero” crea toda una cosmogonía a partir de esos instantes inasibles que de alguna forma contienen, como el Aleph, el mundo entero. Peake retoma el mito griego del Caronte, el barquero que conduce al difunto al Hades, pero este tiene la opción de beber de las aguas del olvido, el Leteo, y regresar a la Vida; adaptándolo a la física cuántica, Peake urde una forma de posiblemente engañar al Caronte y regresar a la vida, pero quizás, escogiendo conscientemente esa vida y sin olvidar.
Según Peake durante la muerte, debido al estrés que sobreviene, el cerebro se inunda del neurotransmisor glutamato (Rick Strassman teoriza que es DMT lo que se secreta). Este químico tiene la tendencia de ralentizar el tiempo en la percepción y de evocar memorias remotas —muchas de las cuales pueden experimentarse como “eventos que se reviven”. Esto se sabe de las llamadas experiencias cercanas a la muerte.
“Sugiero que en lo que llamo Experiencias de Muerte Real, la persona que muere experimenta todas las percepciones reportadas en las clásicas experiencias cercanas a la muerte pero a grandes rasgos. Propongo que su percepción del tiempo se acelera tanto que literalmente se salen del ‘tiempo del reloj’ (el tiempo como es percibido por otros tales como un observador que presencia a un sujeto muriendo) y repentinamente se hallan en una zona atemporal forjada por la mente.
Dentro de este estado atemporal entre la vida y la muerte (un estado que desde siempre ha sido reconocido por muchas religiones, llamado el “Bardo” por los budistas tibetanos y el “Limbo” por los cristianos) se experimenta la ‘revisión panorámica de la vida’, como la llaman los investigadores de las experiencias cercanas de la muerte. Sin embargo, a diferencia de los reportes de experiencias cercanas a la muerte como ‘mi vida destelló ante mis ojos’, yo sugiero que la experiencia real de la muerte la vida se experimenta ‘en tiempo real’, literalmente revives minuto a minuto toda tu vida. El universo interno en el que esto sucede lo llamo ‘El IMAX Bohmiano’”
Peake hace referencia a David Bohm, el físico estadounidense que desarrolló la teoría de La Totalidad y el Orden Implicado en la que sostiene que el universo es un holograma gigante en el que cada parte contiene la totalidad de la información de todo el sistema. La realidad que experimentamos es solamente la superficie, un despliegue explicado de ese orden profundo e infinito del mar de energía que subyace inmanente a toda la existencia. El cerebro, a través de una serie de reacciones electroquímicas, desplegaría un proyector holográfico de nuestra memoria, en un eterno retorno de nuestra vida entera.
“Esta revisión de la vida pasada es tan real que no puede ser diferenciada de los susceso reales. De hecho tiene muchos paralelos con lo descrito en la película The Matrix. Sin embargo, este mundo virtual es generado internamente, una experienca totalmente personal. Esta no es una idea nueva. Ha sido sugerida por filósofos y teólogos y es llamada ‘El Eterno Retorno’”. Sin embargo, Peake añade al “eterno retorno” ingredientes de la física cuántica teórica para crear una matriz de opción multiple: el alma en el supermercado cósmico volando hacia el fruto del conocimiento.
“Sugiero que al aplicar los últimos descubrimientos de la física de partículas dentro del IMAX Bohmiano la persona que muere puede seguir cualquier camino de vida. “Dentro de la ‘Interpretación de Muchos Mundos de la Física Cuántica’ (y la más reciente ‘Muchas Mentes’) físicos como Max Tegmark del MIT y David Deutsch de la Universidad de Oxford dicen que dentro del Multiverso existen trillones y trillones de versiones de cada ser humano que ha vivido y vivirá, y que dentro de ellos existen todas las permutaciones que esa vida podría haber seguido. Lo que es más, estas vidas alternativas existen simultáneamente en un universo atemporal.
“Mi IMAX Bohmiano no es una película lineal, sino un super sofisticado juego computacional en primera persona en la que cada alternativa puede ser seguida. Así que ahí lo tienen. ‘Engañar al Barquero’ sugiere que al momento de la muerte todos caeremos fuera del tiempo, entraremos al IMAX Bohmiano y al hacerlo nos catapultaremos a nuestro nacimiento, empezaremos nuestras vidas y seguiremos el mismo camino hasta que algo nos saque de ese camino y nos mande por otra ruta.
“El catalizador, la cosa que genera un cambio en la simulación, es un ser que llamo ‘El Daemon’. Este ser comparte tu conciencia dentro del IMAX Bohmiano, probablemente existiendo dentro de tus lóbulos temporales. Este ser es tu tú real, la parte de ti que es inmortal. La conciencia cotidiana que existe dentro del IMAX Bohmiano, el ser que no es consciente de la verdadera naturaleza de la vida lo llamo ‘Eidolon’. La mayoría de nosotros somos eidolones guiados por nuestro Ser Superior, el Daeemon. Esta parte de nosotros recuerda la vida original y todas sus subsecuentes. Como tal, es precognitiva”. Algo similar ocurre en la novel UBIK de Phillip K. Dick donde personas en un estado de “vida media” criogenizados experimentan vidas alternativas generadas como sueños por su cerebro en estado de suspensión.
El físico y anestesiólogo Stuart Hameroff cree que es posible que a través de la muerte la conciencia se reintegre al universo: “Bajo condiciones normales la conciencia ocurre en el nivel fundamental de la geometría del espacio-tiempo confinado al cerebro. Pero cuando el metabolismo que conduce la coherencia cuántica (en microtúbulos) se pierde, la información cuántica se filtra hacia la geometría del espacio-tiempo en el universo como totalidad. Siendo holográfica y entrelazada, no se disipa. De ahí que la conciencia (o la subconciencia, como la de un sueño) pueda persistir”.
595Ese tal Hammond parece no existir. Sin referencias científicas de sus "supuestas" investigaciones su mención es una burda burla al lector serio...
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