viernes, 16 de mayo de 2014

Nueva York y Los Ángeles se hundirán bajo las aguas y es inevitable, según la NASA

La NASA acaba de publicar dos nuevos informes que ofrecen una visión aún más pesimista sobre el futuro del planeta. Si hace tan sólo un mes la organización alertaba de que el colapso de la civilización podría estar más cerca de lo que pensábamos, en esta ocasión las nuevas publicaciones señalan que es muy probable que el derretimiento de la placa occidental de hielo de la Antártida sea imparable, y que es tan sólo cuestión de tiempo que aumente de manera sensible los niveles del océano al menos hasta cuatro pies (1,2 metros), lo que haría que un gran número de ciudades costeras de todo el planeta fuesen inundadas.

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Aunque se cree que los resultados menos optimistas pueden no dejarse notar hasta dentro de dos siglos, la velocidad con la que los polos se derriten es aún mayor de la que habían establecido estudios previos, como el publicado por el Panel Intergubernamental de la ONU sobre el Cambio Climático, que aseguraba que el nivel del agua se habría elevado hasta un metro para el año 2100. Una investigación que no tuvo en cuenta la placa de la Antártida, en la que se centran los presentes estudios.
Como ha señalado el glaciólogo de la NASA y la Universidad de California Eric Rignot, uno de los investigadores de la Universidad de California, “un amplio sector de la placa occidental de hielo de la Antártida ha llegado a un punto de retroceso irreversible. Ha sobrepasado el punto de no retorno. Este retroceso tendrá grandes consecuencias para el nivel del mar en todo el planeta”.
Un efecto dominó que llegará a todas las costas
Hay tres datos inequívocos en la investigación que han llevado a los científicos a estimar que se trata de un proceso irreversible: el cambio en la velocidad de circulación del glaciar, la cantidad del mismo que flota sobre el agua y la pendiente del terreno sobre la que se desplaza y su profundidad bajo el nivel del mar. Por ejemplo, el glaciar de Pine Island retrocedió 31 kilómetros entre 1992 y 2001; uno de los seis analizados en las investigaciones.
Este nuevo escenario provocaría que el 73% de la ciudad de Miami se inundase, así como el 22% de Nueva York y el 20% de Los ÁngelesLa hipotética desaparición del glaciar Thwaites, que se encuentra en el mar de Amundsen, podría aumentar por sí solo el nivel de los mares en 60 centímetros, aunque los investigadores creen que ello no ocurrirá antes de 200 años. Una de las investigaciones analiza las consecuencias de un ascenso así, en caso de que se produjese una gran tormenta: se perderían 3,5 billones de dólares en propiedades inmuebles y se podrían en riesgo la vida de 4,8 millones de habitantes en Miami. Como ha señalado el glaciólogo de la Universidad de Pensilvania Richard Alley, “de manera muy cruda, ahora nos encontramos con una subida del nivel del mar equivalente a un Huracán Sandy perpetuo”.
Pero la cosa no se termina ahí. La desaparición del Thwaites, que funciona como un dique para otros glaciares, provocaría que el área cercana fuese también afectada, lo que debilitaría gran parte de la Antártida. Este es uno de los grandes problemas a los que debe enfrentarse el planeta, puesto que dicha placa ya ha derretido tanta agua en los océanos como toda Groenlandia. Si toda la placa occidental de hielo de la Antártida se derritiese, el aumento en el nivel del mar podría alcanzar los doce pies, es decir, unos 3,6 metros.
Según las predicciones, este nuevo escenario provocaría que el 73% de la ciudad de Miami se inundase, así como el 22% de Nueva York y el 20% de Los Ángeles. Estos datos tan sólo tienen en cuenta el agua procedente de los glaciares, pero no otros factores como la expansión termal, por lo que el proceso podría acelerarse aún más.
Algo huele mal en el Polo Sur
Cuarenta años de mediciones han sido utilizadas para elaborar el primero de los informes, que ha recibido el nombre de «Widespread, rapid grounding line retreat of Pine Islands, Thwaites, Smith and Kohler Glaciers, West Antarctica from 1992 to 2011» y que ha sido publicado en el Geophysical Research Letters. En él, se analiza de qué manera han fluctuado a lo largo de todo ese tiempo las conocidas como “líneas de asentamiento”, es decir, “la frontera crítica entre el hielo en tierra y en el océano que delimita dónde el hielo se separa del lecho y flota sin fricción”.
Esta línea se ha desplazado hacia el sur durante los últimos años, puesto que el agua caliente provoca que se creen más grutas subterráneas bajo el hielo, haciendo retroceder esta línea de asentamiento. Ello hace que cada vez haya una mayor cantidad de hielo con posibilidades de partirse y derretirse en el océano. En su conclusión, este primer trabajo asegura que “no hemos encontrado ningún obstáculo en la corriente de las líneas de asentamiento en 2011 que evite una mayor retirada de estas líneas hacia el sur”. En definitiva, malas noticias: “Este sector de la Antártida occidental está experimentando una inestabilidad en la capa de hielo marino que contribuirá significativamente a elevar el nivel de las aguas durante las próximas décadas”.
Es realmente el comienzo de un colapso a una escala aún más grande que es probable que dure entre dos y diez siglosEl otro estudio, que será publicado en la revista Science y que recibe el nombre de «Marine Ince Sheet Collapse Potentially Underway for the Thwaites Glacier Basin, West Antarctica» ha intentado anticipar a través de mapas topográficos y diferentes modelos cuál será el proceso que seguirá el glaciar y cuánto tiempo pasará hasta que se derrita. Los resultados señalan que mientras el borde de hielo retrocede hacia la parte más profunda de la bahía, este será cada vez más escarpado y terminará derrumbándose como una montaña de arena.
“Una vez que vaya más allá de esta parte poco profunda, empezará a perder hielo de manera muy rápida”, ha señalado el profesor Ian Joughin de la Universidad de Washington, que ha realizado las siguientes declaraciones al periódico inglés The Guardian: “El adelgazamiento que estamos viendo no es una tendencia transitoria. Es realmente el comienzo de un colapso a una escala aún más grande que es probable que dure entre dos y diez siglos”.

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