lunes, 18 de agosto de 2014

La Tiranía empieza en ti

A menudo reconocemos la tiranía en los lugares erróneos. Siempre miramos fuera. Ahí la reconocemos fabulosamente, con gran facilidad. Tiranía de gobiernos opresores, de titanes del mercado que aplastan sociedades enteras, de fuerzas militares contra países incapaces de defenderse, dictadores fascistas, nacistas, comunistas y demás “istas” que no hacen sino oprimir…

Cadenas (2)
Pero cuánto trabajo nos cuesta mirar hacia dentro. Ahí, justo ahí donde se encuentra el más terrible, cruel y cercano tirano que podamos imaginar. ¿No lo reconoces?… Se manifiesta en esas voces que a menudo escuchas en tu cabeza y que sientes en todo tu cuerpo a modo de respuesta emocional, cada vez que te juzgas, que te acosas, que te atacas y que te insultas a ti mism@.
Ese tirano para el que nada de lo que haces está bien y que siempre reclama más… Una hora más de trabajo; Alguien más a quien complacer (que nunca eres tú, por supuesto); Un mayor esfuerzo… Siempre más… Porque nunca lo haces bien, porque te dice que no eres buena persona, amigo, hermano, esposa o marido, hijo, estudiante o empleado… Nunca es suficiente, siempre vas por detrás, atacándote, insultándote desde dentro, exigiéndote más sin descanso.
Llega un momento en la vida en que hay que decir BASTA a esa voz. Pararle los pies. Nada de enfrentarse a ella, que eso la refuerza y la legitima. Sencillamente IGNORARLA.
Llega un momento en la vida en que uno debe ACEPTARSE tal como es. Porque, por más que se empeñe esa voz interior (y algunas voces exteriores) TÚ YA ERES PERFECT@ TAL CUAL ERES. Acéptate, quiérete. Y cuando digo que te aceptes, quiero decir COMPLETAMENTE.
¿Qué es eso de que hay partes de ti mejores y partes peores?. Ya está bien de filosofías, religiones, creencias, credos y gurús de mil lenguas y culturas distintas encantados de decirnos cuántas cosas hacemos mal, por cuántos motivos somos “malos” o debemos “mejorar” o “cambiar”…
¿Qué te gusta?, ¿Qué amas?… No importa la respuesta, porque no hay respuestas erróneas posibles. Eres como eres y desde ahí, desde tu esencia, es desde donde tienes que empezar a construir. De hecho, ¡no tienes otra parte desde la cual empezar!… Esos son tus cimientos. Los mismos que esas voces de autocrítica, derrota, menosprecio y prejuicios tratan de minar.
La Iglesia te dirá que tus pecados te condenarán, o peor aún, “que vives en pecado” (a excepción de que pagues y éstos te sean perdonados); Que no puedes ser homosexual, porque eso es una enfermedad una desviación… Que la salvación de tu alma pende de un hilo.
Los Gobiernos sólo te tratarán como un número (número de identificación nacional, o número de identificación fiscal…) y serás un buen o un mal ciudadano en directa medida a las veces que digas “Sí amo” y pagues… Pagues tributos, impuestos, sanciones administrativas, tasas, declaración de la renta… ¡Y no reclames!, ¡No te manifiestes!, ¡No te quejes ni reclames lo que es tuyo!, que al dios Estado no le gustan los contestones…
Los dioses dinero, banco y poder financiero te dirán que debes tener una cuenta bancaria, domiciliar recibos, tener una tarjeta de crédito, pagar convenientemente y dejar dinero en cuenta para que puedas rendir tributo conveniente en forma de comisiones…
Otros gurús te dirán “dónalo todo y sigue mi vía”. O, mejor aún en el caso de las sectas de toda índole: “Dónanoslo todo y nosotros te protegeremos, te cuidaremos y te enseñaremos el camino de la salvación”… Como si necesitaras “salvación” o como si otro pudiera conocer mejor que tú el Camino o la Vía que debes seguir…
¿Te parecen tiranos peligrosos estos mencionados anteriormente?… Lo son, en efecto, pero son principiantes en comparación al mayor déspota de todos: El que tienes alojado en tu propia mente. De hecho, todos los tiranos externos se basan en ese que llevas dentro para esclavizarte: Que nadie puede someterte ni un milímetro más allá de lo que tú mism@ decidas ser sometid@.
Ese dictador es el verdaderamente dañino: El que acepta unas conductas tuyas, pero critica otras; El que da el “placet” a ciertas formas de pensar o sentir, pero criminaliza otras, como su la Mente pudiera ser sapientísima de 8 a 2 y el resto del día fuera estúpida o estuviera equivocada. Como si la mitad de ti mereciera los mejores deseos y atributos mientras que la otra mitad fuera una pordiosera. Así siempre estarás dividid@. Sólo serás media persona con estos esquemas mentales, jamás un libre pensador, ni mucho menos podrás soñar con ser una persona feliz, porque sin estar completo, sin aceptarte completamente, jamás podrás alcanzar la felicidad y la PAZ en tu interior y tus circunstancias.
¿Significa todo lo anterior que no debes mejorar?, ¿Quizá estoy diciendo que no hay lugar para el cambio o la evolución en ti?…. Pues claro que no estoy afirmando tal cosa. Puedes mejorar, debes hacerlo, PERO NO DESDE EL CASTIGO, LA CRÍTICA INMISERICORDE, LA TIRANÍA DEL AUTODESPRECIO O LA PERMANENTE EXIGENCIA.
Has de crecer, aprender, enriquecerte, evolucionar, pero desde la COMPRENSIÓN, EL PERDÓN HACIA TÍ MISM@ (que no se puede perdonar a nadie si antes no se ha perdonado uno a sí mismo), desde el AMOR PROPIO (para desde ahí, experimentar el mayor amor posible hacia el prójimo).
Construye desde la aceptación de lo que eres, de cómo sientes y piensas (a cualquier hora, en cualquier circunstancia). Desecha ya la culpa, la culpabilidad perenne, el pasado (hayas hecho o te hayan hecho lo que sea); El rencor, el resentimiento, el recuerdo doloroso, la ira o la revancha.
Reclama, sin odiar.
Crece sin luchar.
Mejora sin juzgarte.
Da sin exigirte.
Date también a ti en la medida en que necesitas atenciones como cualquier otra persona. No quieras ser para otros lo que no eres para ti mism@.
Escúchate, ámate, compréndete y después, cambia o deja en su lugar lo que quieras, pero sin rechazos y sin voces que te autocensuren desde tu propio interior.
Es importante todo lo que aquí comparto contigo porque soy como tú. También yo siento miedo, también yo me castigo si no practico la comprensión o me condeno si no paro, reflexiono y me perdono. Somos iguales porque no importa donde hayamos nacido ni cuáles sean nuestras preferencias menores (política, creencias, empleo o equipo de fúbol…). Cuanto aquí reflexiono en voz alta es inherente a todo ser humano y ya va siendo hora de dejar atrás el daño, el pasado, los prejuicios (personales y ajenos), el gran engaño, en suma.
Vas a estar viviendo contigo y en ti a lo largo de toda esta existencia. No importa lo que creas que viene después, lo único cierto es que vas a pasar toda tu vida contigo y en ti. Será mejor que ese diálogo que mantienes contigo mismo (con lo que algunos llaman tu otra mitad, o “el niño interior” o como lo quieras llamar) sea bueno, amable, acolchado, sincero, honesto y basado en la aceptación y el perdón, no en la crítica, el daño y la tiranía.
Tu felicidad en este mundo depende de ello y buena parte de lo que hagas a los demás también.
Abrazos.
Escrito por nuestro colaborador Alquimista
TWITTER: @alquimistaverda

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