Marc Goodman, especialista en seguridad Global, advierte del creciente peligro que tendrá para nuestras vidas la generalización del “Internet de las cosas”.
Goodman, quien ha trabajado anteriormente como asesor del FBI, el Servicio Secreto de Estados Unidos y la Interpol, afirma que los coches podrán ser hackeados de forma remota con el fin de provocar accidentes y matar a sus ocupantes:
“Hoy en día, un coche estándar utiliza más de 250 microchips que pueden ser hackeados de forma remota. Alguien puede provocar que se te dispare el airbag o que el coche frene en seco, desde cualquier lugar del mundo”
Goodman también advierte de que la llegada de las “casas inteligentes” comportará nuevas oportunidades para vigilar y controlar a la población.
Los Contadores Eléctricos inteligentes, por ejemplo, están siendo instalados en todo el mundo.
Cada dispositivo que se conecta a una toma de corriente tiene su propia firma. Al conectar un televisor Samsung o una licuadora Hamilton, la toma de corriente sabe lo que se está conectado a ella y esa información recogida masivamente, servirá para saber a cada segundo qué estamos haciendo dentro de nuestras casas.
Incluso hay nuevas empresas que están buscando la manera de analizar las fluctuaciones en el uso de energía para deducir qué píxeles se están utilizando en nuestro televisor, y sabiendo eso y aplicando técnicas de ingeniería inversa, solo basándose en la electricidad que utilicemos, se podrá saber qué programas de televisión estamos viendo a cada momento.
El Supervisor Europeo de Protección de Datos (SEPD) advierte que el despliegue de contadores inteligentes permitirá “una masiva recopilación de datos personales” por parte de las empresas de servicios públicos y de los gobiernos, que podrán realizar un seguimiento exhaustivo de lo que “hacemos en la intimidad de nuestros propios hogares: si estamos fuera de vacaciones o estamos en el trabajo, si alguien utiliza un dispositivo médico específico o un monitor para vigilar al bebé, o cómo pasamos nuestro tiempo libre”.
Y eso, simplemente a través de algo aparentemente tan inocente como el contador de la luz.
Si alguien cree que podrá evitar ese control masivo vehiculado a través del Internet de las Cosas, simplemente desplazándose a entornos rurales o remotos, debe saber que por lo visto, tampoco allí nos libraremos de ser controlados.
Tal y como comentamos en el artículo: LLEGA EL AVANCE QUE LA HUMANIDAD ESTABA ESPERANDO: OVEJAS CON WIFI, incluso en el espacio rural se está proyectando el monitoreo total del entorno natural, mediante sensores en los ríos, los animales de las granjas y posiblemente en las cosechas, así como en toda la maquinaria agrícola y en todos los procesos de recolección, cría de animales y procesamiento primario de los productos.
Como vemos, el Internet de las Cosas promete convertirse en la encarnación del Gran Hermano y en una auténtica esclavitud.
Y es que estamos a punto de caer en una trampa de la que será muy difícil escapar.
El mecanismo lógico será muy sencillo y se presentará mediante un modelo de control y negocio que se retroalimentará:
A-CONTROL
Si alguien puede provocar que los coches, conectados a la red, sean hackeados por terceros (delincuentes, hackers o terroristas) y con ello poner en peligro la seguridad de los ciudadanos y del tráfico, eso creará una necesidad creciente de establecer un control exhaustivo de la red por parte de las autoridades.
Así pues, la primera consecuencia que tendrá el establecimiento del Internet de las Cosas será, necesariamente: UN MAYOR CONTROL de toda la red y por lo tanto, un aumento en el espionaje estatal y corporativo, la violación de la intimidad de las personas y la vigilancia de todas las actividades de los ciudadanos, bajo el pretexto de luchar contra las actividades delictivas y la seguridad ciudadana.
Ese exceso de vigilancia, repercutirá a su vez, en un perfeccionamiento de las prácticas de los ciber delincuentes, hackers y terroristas, que necesitarán perfeccionar sus habilidades y técnicas para superar el control de las autoridades.
B-NEGOCIO
Esa necesidad de seguridad ante una ciber delincuencia cada vez más perfeccionada, generará un amplio volumen de negocio para las empresas de seguridad cibernética, que se convertirán en imprescindibles para garantizar el correcto funcionamiento de toda la sociedad, conectada y dependiente de Internet hasta límites insospechados.
Sin embargo, esas empresas solo podrán sostener su volumen de negocio y ganar ingentes cantidades de dinero si las amenazas representadas por los ciberdelincuentes causan efectos periódicos, como por ejemplo sucede actualmente con los virus que pueden entrar en nuestros ordenadores domésticos, perjudicando a particulares y empresas.
De ello, es fácil deducir que a dichas empresas de ciber seguridead, les convendrá que exista un cierto nivel de ciberdelincuencia y un cierto nivel de inseguridad que garantice que su flujo de negocio sigue intacto; a la vez, esa amenaza constante a la seguridad que beneficia a las empresas privadas, repercutirá también en una mayor necesidad de control por parte de las autoridades, creando pues, una lógica de retroalimentación entre el control exhaustivo, el perfeccionamiento de la ciber delincuencia y el negocio de la seguridad.
Así pues, si no somos capaces de cambiar estas tendencias, nos veremos atrapados en una auténtica trampa, en la que las fronteras entre los intereses de las empresas privadas de seguridad, las autoridades y los supuestos ciberdelincuentes, serán extremadamente difusas.
Bienvenidos al mundo del futuro…
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