Todos somos conscientes de ello: la población está siendo manipulada.
Vivimos inmersos en una constante guerra psicológica a gran escala, en la que la mayoría de la población es conducida como un rebaño camino del matadero, bajo la susurrante e hipnótica cantarela de los medios de comunicación y las paternales proclamas y los lemas anestesiantes de la clase política dirigente.
Uno de los primeros pasos que debemos dar para liberarnos de este yugo es tomar plena conciencia de cuáles son las técnicas de manipulación empleadas sobre nosotros y una vez las conozcamos, observar los hechos bajo la nueva lente que nos ofrezca ese conocimiento, con el fin de detectar las futuras maniobras de aquellos que nos consideran una masa informe y descerebrada.
Hay muchas técnicas de manipulación, pero en este artículo nos centraremos en dos que están basadas en la gestión de la amenaza.
Las podríamos llamar: La Ley de la Amenaza Incumplida y La Ley de la Amenaza Exagerada.
LA LEY DE LA AMENAZA INCUMPLIDA
Últimamente nos hemos visto azotados por las terribles escenas de decapitaciones de los rehenes del Estado Islámico.
Invariablemente, una y otra vez, se repite la misma escena: los rehenes hablan a cámara con toda tranquilidad y permiten, sumisamente, que su captor les ponga el cuchillo en el cuello, sin oponer resistencia ni mostrar el más mínimo atisbo de terror ante lo que les está a punto de suceder.
Duele decirlo de forma tan cruda, pero todos se han comportado hasta el momento como corderos a punto de ser degollados.
Y eso ha llevado a que mucha gente se pregunte: ¿por qué estas personas se muestran tan tranquilas si están a punto de ser decapitadas?
La posible respuesta parecen tenerla personas como el periodista francés Didier Francois, que permaneció capturado durante 10 meses por el Ejército Islámico, antes de ser liberado.(link)
Según Francois, los captores someten a los rehenes a numerosas ejecuciones simuladas.
Es decir, cada rehén, agotado, aislado, maltratado y humillado por sus captores, es regularmente arrancado de su celda y se ve sometido al mismo ritual de la decapitación, una y otra vez, hasta que se acostumbra a ello como si se trate de una rutina.
Podemos imaginar que las primeras veces los rehenes deben chillar de terror y deben tratar de luchar y liberarse ante el destino inminente que creen que les espera. Pero cada vez que se ven sometidos a esta escena, la ejecución que tanto temen se limita a una simple escenificación teatral, tras la cual son devueltos a sus celdas, sanos y salvos.
De esta manera, los rehenes se acostumbran a vivir la misma situación, una y otra vez, y dados los precedentes y la repetición de la liturgia que experimentan rutinariamente, llega un momento en que al ser sacados de sus celdas ya no muestran miedo ni oposición, pues acaban creyendo que todo terminará como las veces anteriores.
Una vez conseguida esta actitud sumisa en los prisioneros y una vez se muestran dóciles y agotados, llega el momento en el que los captores, ahora sí, pueden decapitarlos ante las cámaras con toda tranquilidad y sin ningún tipo de oposición.
Es, sin lugar a dudas, una técnica de manipulación psicológica espantosa y retorcida.
Hay ciertos indicios de que podríamos estar experimentando algo parecido a gran escala.
Imaginemos que regularmente somos advertidos de la llegada de algún tipo de acontecimiento apocalíptico: un gran colapso económico, una gran epidemia, el estallido de una gran guerra, etc…
En este caso, los rehenes amenazados de muerte somos nosotros, la población, y cuando somos advertidos del peligro que se cierne sobre nosotros, todo parece encajar: multitud de pistas y la propia realidad que nos rodea nos indican que ese acontecimiento apocalíptico va a producirse, de la misma manera que al rehén, que se ve con el cuchillo en el cuello, todo le indica que está a punto de ser ejecutado.
Y cuando creemos que llega el momento y que el cielo se nos caerá encima…no sucede absolutamente nada.
Una y otra vez, de forma invariable, tras cada advertencia de cataclismo, la situación sigue siendo estable y la rutina continúa, como todos los días.
Si esto fuera realmente así y se estuviera aplicando esta técnica de manipulación psicológica sobre la población, llegaría un día en el que todos seríamos advertidos de la llegada de un gran cataclismo y unánimemente responderíamos con expresión cansina: “Bah, ni caso: es la típica advertencia apocalíptica que solo busca provocar miedo. Ya lo hemos vivido muchas veces y nunca sucede nada” y seguiríamos con nuestra rutina diaria sin prestar atención a los indicios que nos rodearan, por inquietantes que éstos fueran.
Al ofrecer este tipo de respuesta, estaríamos en la misma situación que los rehenes habituados a las simulaciones de ejecución y podríamos ser sacrificados en masa sin ofrecer la más mínima resistencia, de la misma manera que son decapitados los rehenes del Estado Islámico.
¿Realmente es descabellado sospechar que estamos siendo sometidos a esta técnica de manipulación mental?
Los medios alternativos, aquellos que vienen a ser calificados peyorativamente como “conspiranoicos”, vienen advirtiendo, desde hace años y por poner un ejemplo, de la llegada de un gran colapso económico.
Los datos que ofrecen muchas veces son dignos de tener en cuenta. Además, la situación económica general, combinada con las incesantes mentiras de los gobiernos y de los grandes organismos financieros, ofrecerían indicios de que dicho colapso puede llegar a producirse de un momento a otro.
Sin embargo, año tras año, y a pesar de todas las advertencias apocalípticas, el colapso sigue sin producirse y los medios alternativos quedan a ojos de la población como unos mentirosos, unos paranoicos y unos exagerados.
Lo mismo podemos decir acerca de otros tipos de eventos catastróficos.
Por poner un ejemplo, ahí están los presuntos preparativos que desde hace años se vienen produciendo en EEUU ante un “evento catastrófico indeterminado“.
Al menos desde 2009, corren por Internet numerosas noticias y vídeos en los que se muestran descampados repletos de supuestos ataúdes de plástico destinados a realizar enterramientos masivos,imágenes de grandes explanadas con cientos de contenedores de hormigón enterrados, presuntamente construidos para albergar fosas comunes, o las ya insistentes noticias de carácter “conspiranoico” que hablan de la creación de numerosos y gigantescos refugios subterráneos en los que las élites irían a guarecerse ante la llegada de un gran cataclismo aún por concretar.
Incluso hemos vivido con anterioridad la aparición de un par de “epidemias falsas” como la de la gripe aviar, así como constantes amenazas con enfermedades como el SARS, el MERS y todo tipo de virus con nombres extraños e inquietantes.
No es extraño pues, que tras tantas advertencias de epidemia mundial que han resultado ser exageraciones, el comentario más frecuente que se puede escuchar acerca de la actual epidemia de ébola sea: “están haciendo lo mismo que con lo de la gripe aviar. Solo buscan crear miedo para hacer negocio con las vacunas”
Más o menos todos hemos pensado lo mismo, incluido quien escribe este texto.
Y todos seguimos con nuestras vidas sin mover ni un dedo, creyendo, convencidos, que todo lo del Ébola no es más que un “cuento”.
Pensar y actuar así es lo lógico, es lo que dicta el sentido común.
Pero no nos engañemos: es el mismo sentido común basado en la repetición de situaciones que han experimentado las personas decapitadas por el Ejército Islámico.
Si seguimos con la hipótesis de que estamos siendo sometidos a esta técnica de manipulación masiva, lo que queda claro es que los medios de comunicación alternativos están siendo utilizados como tontos útiles, como meros altavoces que nos advierten de la llegada de un lobo que nunca hace acto de presencia…hasta el día en que realmente llegue y nadie les haga caso.
Alguna gente podría argumentar acertadamente que: “si suponemos que hay élites que quieren provocar algún tipo de cataclismo mundial que conduzca a un masivo Reset planetario, lo mejor sería hacerlo directamente y por sorpresa, sin tanta amenaza incumplida”
Pero quizás, llevar a cabo una maniobra de tal magnitud requiere de unos largos y costosos preparativos que dejarán pistas inevitablemente. Indicios que harán sospechar a periodistas e investigadores, capaces de difundir información a través de Internet y por lo tanto, relativamente difíciles de controlar.
Si ésta fuera realmente la situación y llevar a cabo estos preparativos dejara inevitablemente cabos sueltos, lo mejor sería aplicar La ley de la Amenaza Incumplida…y ahora mismo ya estaríamos todos listos para ser “decapitados”.
Evidentemente, esto no es más que una hipótesis sin fundamento…pero da que pensar, ¿no?
Su aplicación es constante, tanto en el mundo de la política como en el terreno mediático, pero sin embargo, es en los medios alternativos de Internet donde alcanza sus mayores cotas de efectividad.
Para definir en qué consiste, utilicemos un ejemplo:
Supongamos que eres un esclavo y que tus “amos” te amenazan con que van a cortarte un brazo por haberte portado mal.
Tú, temeroso, te preparas para lo peor y cuando llega el momento, tus amos se limitan a cortarte un dedo de la mano.
Acabas mutilado y dolorido, con un dedo menos, pero te sientes aliviado porque estabas convencido de que ibas a perder el brazo entero. De hecho, ya te veías sin él.
Cuando esto sucede, observas tu brazo casi como si te lo hubieran regalado, como si fuera algo perdido que acabas de recuperar y dejas de fijarte en la auténtica realidad de los hechos: y es que esos amos tan crueles, te han cortado un dedo.
Sin embargo, y aunque tú no lo sepas, resulta que tus amos siempre habían tenido la intención de tan solo cortarte un dedo para que pudieras seguir trabajando para ellos.
Resumiendo, con la Ley de la Amenaza Exagerada, se alcanzan tres objetivos:
·Primero, desactivar tu posible respuesta
De alguna manera olvidas que te han cortado un dedo y lo aceptas como un mal menor, porqué creías, convencido, que ibas perder mucho más.
Es decir, te resignas, en lugar de rebelarte, pues la sombra de la posible amputación del brazo si no obedeces a tus amos, sigue ahí, bien presente.
Es decir, te resignas, en lugar de rebelarte, pues la sombra de la posible amputación del brazo si no obedeces a tus amos, sigue ahí, bien presente.
·Segundo, destruir tu credibilidad
Si cuando recibes la amenaza le cuentas a los otros esclavos que los amos van a cortarte el brazo y después resulta que solo te cortan el dedo, tu credibilidad queda afectada y tú quedas a ojos de los demás como un paranoico y un exagerado.
Incluso tú mismo te acabas viendo como un paranoico.
Esta es la maniobra que se utiliza fundamentalmente para destruir la credibilidad de los medios alternativos a ojos de la población y encaja plenamente con los procedimientos empleados en la maniobra de manipulación anteriormente expuesta, la de la Ley de la Amenaza Incumplida.
Incluso tú mismo te acabas viendo como un paranoico.
Esta es la maniobra que se utiliza fundamentalmente para destruir la credibilidad de los medios alternativos a ojos de la población y encaja plenamente con los procedimientos empleados en la maniobra de manipulación anteriormente expuesta, la de la Ley de la Amenaza Incumplida.
·Tercero, amar a tus agresores
Al final acabas pensando: “solo me han cortado un dedo…en el fondo, mis amos no son tan malvados, podrían haberme cortado el brazo, o incluso matarme, pero me han tratado con una cierta humanidad…”
Es decir, acabas albergando un cierto grado de agradecimiento hacia aquellos explotadores que te han arrebatado un dedo.
Como podemos ver, estas leyes de la amenaza se reproducen, constantemente, de una manera u otra, en todas las teorías de conspiración que inundan las redes en estos momentos.
Pero lo que es más grave es que estas mismas técnicas de manipulación masiva son ampliamente utilizadas en el campo de la política actual, a todas las escalas y por parte de la mayoría de gobiernos.
Es esencial, pues, que todos y cada uno de nosotros las tengamos bien presentes ante cualquier anuncio de nuestros gobernantes o de los medios de comunicación, sean en el ámbito que sean, para evitar que nos sigan manipulando como a un vulgar montón de borregos.
Y más importante aún.
Cuando veamos que las utilizan, no debemos dudar ni un momento en denunciarlo y en hacérselo ver al máximo número de personas posible.
Si nos tratan como a un rebaño es porqué nosotros no hacemos nada por impedirlo…
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