Fahrenheit 9/11 es una película documental estrenada en 2004 y dirigida por el cineasta estadounidense Michael Moore. Trata sobre las causas y consecuencias de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, haciendo referencia a la posterior invasión de Irak liderada por ese país y Gran Bretaña. Además, intenta determinar el alcance real de los supuestos vínculos entre las familias del presidente de los Estados Unidos en el momento de los atentados, George W. Bush, y los Bin Laden, acaudalada familia de Osama bin Laden.
El título de la película hace referencia a la novela Fahrenheit 451 (233 °C, que representa la temperatura a la que arde el papel), escrito en 1953 por Ray Bradbury, y también a los atentados del 11 de septiembre de 2001 (en Estados Unidos la convención para representar día y mes consiste en colocar primero este último, por lo que “11 de septiembre” se suele escribir como “9/11″). Ray Bradbury protestó contra el uso del título de su novela.
Sugiriendo “la temperatura a la que arde la libertad”, este documental hace hincapié en la relación entre la familia Bush y personas cercanas a ella, con eminentes miembros de familias de Arabia Saudí (incluida la familia de Bin Laden) en una relación que se extiende durante más de treinta años, así como la evacuación de familiares de Osama bin Laden organizada por el gobierno de George W. Bush después de los ataques del 11 de septiembre. Si bien dicha relación de negocios entre los clanes Bush y Bin Laden no es discutida, la misma no es ampliamente conocida.
A partir de ahí, la película da pistas sobre las verdaderas razones que impulsaron al gobierno Bush para invadir Afganistán en 2001 e Irak en 2003, acciones que, según Moore, corresponden más a la protección de los intereses de las petroleras norteamericanas que al deseo de liberar a los respectivos pueblos o evitar potenciales amenazas. El documental insinúa que la guerra con Afganistán no tenía como principal objetivo capturar a los líderes de Al Qaeda sino favorecer la construcción de un oleoducto, y que Irak no era en el momento de la invasión una amenaza real para Estados Unidos sino una fuente potencial de beneficios para las empresas norteamericanas.
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