martes, 31 de marzo de 2015

Benedicto XVI y el conocimiento absoluto




En cierta ocasión, y tras leer la obra de Laplace titulada “Tratado de mecánica celeste”, el emperador Napoleón se dirigió al matemático y le dijo: “Habéis escrito un libro sobre el sistema del Universo, sin mencionar ni una sola vez a su Creador”. Laplace, sonrió y le contestó: “Estimado Emperador, no he necesitado esa hipótesis”.

La anécdota tiene ya más de 200 años y aún me sirve para explicar que la absurda polémica, creada alrededor de las declaraciones de Stephen Hawking sobre esa innecesaria hipótesis creadora en el entorno de la física, no es algo nuevo y sobre todo, no es nada polémico.

¿En serio hay alguien que considere necesario explicar por qué la “hipotesis de un dios” no se acepta en el terreno científico? Pues sí, parece que aún hay gente así y entre ellos, Benedicto XVI que en su homilía del día de Reyes, respondía a las cuestiones más complicadas del Universo, encontrando (como no podía ser de otra manera) su explicación y causas físicas.

La vida es así, este hombre conoce los más íntimos secretos del inicio del cosmos, de las supernovas y los agujeros negros. El titular de Público “El Papa responde a Stephen Hawking sobre el Big Bang” debería hacer temblar los cimientos de la física.

Entre otras lindezas, y centrándome sólo en los temas que tocan a la ciencia, el sumo pontífice realizó ayer una serie de declaraciones que indican claramente que este señor sigue desaprovechando la nunca suficientemente ponderada decisión de cerrar la boca de vez en cuando.

No debemos dejarnos limitar la mente con teorías que siempre llegan sólo hasta cierto punto

Benedicto XVI, y curandose en salud para lo que se avecina, se atrevió incluso a rechazar los posibles descubrimientos que en un futuro se podrían dar en el CERN, ese endiablado invento del demonio que está usurpando lo que a todas luces corresponde a Dios, es decir, destruir el mundo…

Quizá es que tuvo un mal día de Reyes y al abrir sus regalos descubrió el carbón que a buen seguro se merece, pero lo cierto es que sin venir mucho a cuento, la homilía terminó significando un ataque a la ciencia y una acusación realmente inverosimil: “Benedicto XVI acusa a la ciencia de no poder explicar el origen del universo”

Una acusación que podríamos aceptar de manera deportiva si no viniera de alguien con una explicación tan estúpida como la que él ofrece…


La creación | Miguel Angel

Aún así, y a riesgo de estar por primera vez de acuerdo con el señor de blanco, he de confesar que en parte tiene razón y la ciencia no puede (todavía) explicar el origen del Universo. A estas alturas, conocemos con gran detalle lo que ocurrió los primeros minutos del gran estallido, incluso en los primeros segundos posteriores a ese Big Bang, pero nuestro conocimiento se pierde al llegar a la singularidad.

Es el momento en el que la Ciencia dice: “No lo sé“… y es bueno, muy bueno, aprenderse esas tres palabras para no mentir a la gente. Porque hay momentos en que si no utilizas esas tres palabras, estás mintiendo, Benedicto.

Os voy a dar una primicia que a más de uno sorprenderá: Benedicto XVI tampoco conoce cómo fue el origen del Universo. En serio, no lo sabe. En su fuero interno sabe que aquellos prodigiosos seis días de ingenio creativo superior en la tarde-noche del 22 de octubre de hace 6.000 años, no son ciertos.

Ni la Ciencia ni Benedicto saben exactamente cómo se produjo el Big Bang, sin embargo, hay una clara diferencia: Una sigue aprendiendo e investigando y el otro cree que lo sabe todo.

Retomo el principio de este artículo y vuelvo a recordar a Napoleón y otra de sus gloriosas frases.

Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado

http://naukas.com/

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