Fotografía de dominio público
Por RT
En 1950 las autoridades danesas llevaron a cabo un experimento social tan ambicioso como cuestionable. Su objetivo principal era reeducar en Europa a los niños groenlandeses como si fueran “pequeños daneses” para que al volver a su Groenlandia natal, entonces colonia de Dinamarca, pudieran modernizar la isla. Pero el proyecto fracasó.
En mayo de 1951 un barco con 22 niños a los que habían separado de sus familias zarpó de Nuuk, la capital de Groenlandia, hacia Dinamarca. Entre los niños, de edades comprendidas entre seis y diez años, se encontraba Helene Thiesen, que ha contado a la BBC su experiencia como participante involuntaria en el experimento social.
En los años 50 del siglo pasado los gobernantes daneses aspiraban a mejorar las condiciones de vida de su colonia ártica, donde la mayoría de la población seguía viviendo de la caza de focas, poca gente hablaba danés y la tuberculosis estaba muy extendida. Los niños groenlandeses debían, una vez reeducados, cambiar esta situación, según los promotores del experimento.
No obstante, los resultados obtenidos fueron muy distintos a los planeados. A los niños les adoptaron nuevas familias, pero nunca consiguieron establecer relaciones cordiales con sus ‘padres’ daneses, incluso después de aprender un idioma que para ellos era extranjero.
Tras un año en Dinamarca los niños fueron llevados de vuelta a Groenlandia, pero no les permitieron reunirse con sus padres naturales, sino que fueron encerrados en un orfanato especializado donde les educaban para que pudieran ascender en la escala social.
Sin embargo el resultado fue que, lejos de servir como modelo para el cambio cultural en Groenlandia, los niños perdieron su identidad y la capacidad de hablar su lengua materna y se convirtieron en un grupo marginado en su propia sociedad. Varios de ellos se volvieron alcohólicos y murieron jóvenes.
Los que sobrevivieron esperan, más de 60 años después del experimento, que el Gobierno danés se disculpe.
“Las autoridades danesas me han decepcionado mucho. No logro entender cómo pudieron convertirnos en un experimento. Es algo que no alcanzo a comprender. Me amarga y me amargará hasta el día que me muera“, confesó Helene Thiesen.
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