En la historia, a menudo milenaria, de las grandes religiones, éstas han tenido que enfrentar importantes contratiempos y contradicciones que se han resuelto de las más diversas maneras. Los descubrimientos científicos, el avance del conocimiento del Universo o los continuos cambios sociales y políticos han ido dejando diferente huella en cada uno de los credos religiosos que, a lo largo de los siglos, han respondido a veces negándose en redondo a ellos, adaptándose al nuevo estado en otras ocasiones o ignorándolo en la mayoría de ellas.
Las teorías de Copérnico, Galileo, Kepler o el mismo Darwin han hecho titubear los pilares de muchas creencias milenarias que, en un primer momento se enfrentaron a ellas y para posteriormente verse obligadas a aceptar en menor o mayor grado. El papel de la mujer en la sociedad moderna o la llegada de tecnologías hasta hace poco inimaginables también han puesto en un serio brete a unas creencias que, en la mayoría de los casos, llevaban inamovibles durante cientos y cientos de años.
Sin embargo, de entre todos estos elementos perturbadores hay un posible descubrimiento que sí podría poner en serios apuros los dogmas de fe establecidos durante siglos de muchas religiones.
Si en algún momento del futuro los astrónomos, bioastrónomos o radioastrónomos tuvieran evidencia cierta de la existencia de vida fuera de la Tierra… ¿Cómo se tomarían las diferentes religiones ese explosivo añadido a la Creación?
Hace tan solo unos días la prestigiosa revista Scientific American publicaba una fantástica entrevista titulada “Did Jesus save the Klingons?” en la que el astrónomo de la Universidad de Vanderbilt, David Waintraub, daba cuenta de sus estudios sobre el tema en la presentación de su libro “Religiones y vida extraterrestre”.
En esta obra, el autor analiza qué impacto tendría en una docena de religiones el descubrimiento de vida fuera de nuestro planeta. Al fin y al cabo en tan solo unos años hemos pasado de conocer solamente un puñado de planetas vecinos de nuestro Sistema Solar, a contar literalmente con más de 1500 mundos diferentes… algunos de los cuales ya apuntan la posibilidad de tener ambientes favorables a la vida.
¿Qué ocurrirá si algún día llega la ansiada noticia? ¿La recibirán de igual manera los cristianos, los judíos, los budistas o los musulmanes? ¿Entraban los Klingons en el plan de salvación eterna de Jesucristo? ¿Tienen los extraterrestres alma? ¿Deberían fletar los testigos de Jehová naves espaciales para llamar a la puerta de los extraterrestres a la hora de la siesta y seguir así con su misión evangélica?
Entre las religiones menos problemáticas, el profesor Waintraub, señala a las asiáticas. Los budistas, por ejemplo, aceptan la existencia de otros mundos y para ellos no habría problemas en la incorporación de nuevas formas de vida en otros planetas. Es más, en su idea de la reencarnación incluye la transmigración a cualquier parte del Universo, lo cual no es impedimento para reencarnarse en cualquier otra especie interplanetaria.
Por supuesto, quienes menos problemas tienen con la existencia de vida extraterrestre son las modernas religiones como la cienciología o el mormonismo que incluso tienen implícita en sus creencias la existencia real de seres extraterrestres. Los mormones por ejemplo sin han llevado una vida correcta aquí en la Tierra son recompensados en la otra vida con un planeta para ellos mismos que estará habitado con seres vivos y sintientes.
¿Cómo se adaptará el cristianismo al descubrimiento de vida extraterrestre?
El descubrimiento sería más conflictivo en el caso de la mayoría de formas del cristianismo, y más concretamente en el catolicismo. La doctrina de la Iglesia señala que Jesucristo descendió a la Tierra para redimirnos del pecado original contraído por Adan y Eva durante su breve estancia en el Paraíso.
¿Qué ocurre con los extraterrestres? ¿Deben ser salvados igualmente? ¿Tienen ese mismo pecado original causado por dos humanos en el inicio de los tiempos?
La física y la velocidad de la luz añaden además algunos problemas añadidos para estas hipotéticas civilizaciones alienígenas… Si Jesús llegó a la Tierra hace aproximadamente 2000 años para salvarnos del pecado, ¿qué ocurre con los planetas que se encuentren a miles de años luz de nosotros y por tanto, miles de años antes del descenso del Redentor? ¿Tienen cerrado el paso al cielo eterno simplemente por encontrarse tan lejos o tuvieron su propia versión de Jesucristo en su tiempo y en su planeta?
Son preguntas que a cualquiera de nosotros nos pueden resultar extravagantes pero que suponen en realidad un problema bastante incómodo para los teólogos católicos. De hecho, no son preguntas que hayan surgido ahora… llevan presentes muchos siglos en la mente de personajes como Giordano Bruno o Thomas Paine. La única diferencia es que los actuales avances en la ciencia acercan cada vez más esa posibilidad.
Otra de las preguntas espinosas que conllevaría este importante descubrimiento es… Si Dios es el creador de toda vida ¿Por qué no se cita este relevante dato en las sagradas escrituras? Para algunos expertos católicos esta ausencia en los textos no es relevante, puesto que tampoco se cita la existencia de teléfonos móviles y no parece que la religión tenga ningún problema con ellos. Aun así, el problema de fondo subsiste: Un dato tan fundamental como la creación de formas de vida extraterrestre debería haber sido considerado cuando se redactaron.
Para el autor del libro la existencia de vida extraterrestre es un elemento sobrevenido que podría tener efectos fundamentales en algunas religiones, sobre todo en aquellas que basan su entramado dogmático en la creencia de que el ser humano es algo especial y que ocupa un lugar privilegiado en el Universo. En el momento en que existen nuevas y variadas formas de vida en el Cosmos, la idea de que Dios nos regala una atención especial deja de tener sentido.
Aquel diminuto punto azul pálido en el océano cósmico del que nos hablaba Sagan se enfrenta directamente con la idea preconcebida de que somos una especie elegida, colocada en un lugar específico y vigilada de cerca por un creador todopoderoso. La realidad se ha encargado de desmentir esa selecta visión del ser humano y un futuro descubrimiento de vida fuera de nuestro planeta podría terminar de eliminarla.
Ocurrió cuando Copérnico terminó de un plumazo con la imagen heliocéntrica del Universo o cuando Darwin nos colocó a la misma altura que el resto de formas de vida. Lo que está claro es que el mundo cambió radicalmente con aquellas ideas y cambiará otra vez con las nuevas.
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