El gran problema de la moneda fiduciaria es que siempre lleva a la tentación de imprimir más dinero cuando se presentan problemas.
Este pasado viernes 31 de octubre, el Banco de Japón realizó una maniobra sorpresiva, al aumentar dramáticamente el tamaño del programa de flexibilización cuantitativa que estaba llevando a cabo, es decir, al aumentar la cantidad de dinero que inyecta en su economía.
Esta maniobra provocó que la bolsa japonesa se elevara y el yen se hundiera. El yen ya había caído en un 11% frente al dólar en el último año antes de este anuncio, y la noticia del movimiento sorpresa del Banco de Japón ha provocado que el yen caiga hasta mínimos no alcanzados en siete años.
En esencia lo que el Banco de Japón ha hecho es declarar abiertamente una guerra de divisas.
Y como se verá más adelante, en cada guerra de divisas hay ganadores y perdedores. Esperemos que los mercados financieros globales no acaben triturados bajo el fuego cruzado.
Sin lugar a dudas, los japoneses están desesperados.
Su declive económico ha durado décadas, y sus niveles de deuda estan fuera de todos los límites. En tal situación, la impresión de más dinero parece la solución más fácil. Pero como la historia nos ha demostrado hasta ahora, la impresión de dinero salvaje siempre termina mal.
Sólo es necesario recordar lo que sucedió en la República de Weimar y en Zimbabwe…
A estas alturas, el Banco de Japón ya se está comportando de manera tan irresponsable que incluso ha superado en locura a la Reserva Federal de EEUU.
Los japoneses están destruyendo la credibilidad de su moneda en un último esfuerzo por impulsar el crecimiento económico a corto plazo.
Pero ¿por qué quieren devaluar su moneda?
Bueno, hay muchas razones por las que las naciones hacen algo como esto.
Una de estas razones es que se hace más fácil pagar la deuda.
La deuda pública en Japón alcanza aproximadamente el 250% del PIB en estos momentos y la deuda total, incluyendo la deuda corporativa y privada, alcanza aproximadamente el 600% del PIB. Cuando tienes tanto dinero flotando por ahí, afrontar niveles tan agobiantes de deuda se vuelve más factible.
En segundo lugar, a las naciones les interesa devaluar sus monedas, ya que con ello consiguen que sus productos sean menos caros en el mercado mundial.
En otras palabras, ayuda a vender más facilmente los productos a los otros países.
Pero este proceso, perjudica a los exportadores de las otras naciones.
Por ejemplo, lo que el Banco de Japón acaba de hacer ya está teniendo graves consecuencias para los fabricantes de automóviles de Corea del Sur. En Seúl, las acciones de los fabricantes de automóviles Hyundai Motor y Kia Motors cayeron un 5,9% y 5,6%, respectivamente, este lunes. Y es que las compañías surcoreanas y japonesas a menudo compiten cara a cara en los mismos mercados mundiales, en particular en el terreno de los automóviles y la electrónica y lo que para unos representa una ventaja, para los otros implica una grave desventaja.
Por esta razón decimos que hay ganadores y hay perdedores en cada guerra de divisas.
Al aumentar tus exportaciones mediante la devaluación de tu moneda, le estás hundiendo el negocio a tus competidores y en última instancia, las otras naciones se ven obligadas a devaluar también sus monedas en un intento por mantener su competitividad, provocando con ello un conflicto económico.
Es por esta razón que lo llaman “guerra de divisas”
Por ahora, los japoneses están celebrando su victoria momentanea.
El viernes, las acciones japonesas subieron casi un 5% y alcanzaron su nivel máximo en siete años. Como todos sabemos, los inversores aman la inyección de dinero, también llamada flexibilización cuantitativa, y se han mostrado muy gratamente sorprendidos por lo que el Banco de Japón ha decidido hacer.
Algo parecido ha sucedido en EEUU, con las diferentes rondas de flexibilización cuantitativa de la Reserva Federal.
Pero a pesar de la euforia que viven los mercados, la realidad es que toda esta impresión de dinero ha ayudado muy poco a la economía real.
A pesar de la publicidad masiva acerca de las bondades de la política económica del primer ministro japonés Shinzo Abe, conocida como Abenomics, la verdad es que el PIB real de Japón está más bajo ahora de lo que estaba a principios de 2013, mientras que sus cuentas comerciales han continuado deteriorándose y los salarios reales han empezado a caer bruscamente.
Así que hasta el momento, el experimento de impresión de dinero enloquecida de Japón ha sido un fracaso total.
Si hasta ahora esta política ha fracasado, ¿imprimir aún más dinero va a cambiar las cosas? La respuesta es evidente.
Por si eso fuera poco, hay informes de que el Banco Central Europeo se prepara para hacer algo similar, es decir, más flexibilización cuantitativa.
Por lo visto, los bancos centrales de todo el planeta están cada vez más desesperados buscando soluciones y la tentación de imprimir, imprimir e imprimir más dinero es extremadamente fuerte.
Si definitivamente entramos en una guerra de divisas total, las consecuencias pueden resultar “desagradables”…
De hecho, algunas personas afirman que ya hace años que estamos inmersos en una guerra de divisas.
En el año 2010 “Guido Mantega, ministro de Finanzas brasileño, declaró públicamente que estábamos enmedio de una guerra de divisas global. Su opinión fue compartida por muchos otros periodistas financieros y funcionarios gubernamentales de todo el mundo, aunque muchos otros lo tildaron de exagerado”.
Sea como sea, ya vivimos una guerra de divisas en la década de 1930…¿alguien recuerda lo que sucedió a finales de esa década e inicios de la siguiente?
Esperemos no acabar igual que entonces, pero esto no tiene buena pinta…
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