Tres artistas revelan los secretos de la cámara acorazada del Ártico con todas las semillas del mundo. En el remoto archipélago de Svalbard, bajo soberanía noruega y a 180 kilómetros del Polo Norte, están enterradas desde 2008 todas las semillas del mundo: unos 100 millones de ejemplares procedentes de un centenar de países.
El banco de semillas, llamado oficialmente en noruego Svalbard globale frøhvelv (Bóveda Global de Semillas), también es conocido popularmente en inglés como Doomsday Vault (Bóveda del fin del mundo). A la terminología no le falta razón: es una especie de desesperado as en la manga de la raza humana para tener la esperanza de que la pasmosa y variada vida vegetal de la Tierra no se destruya si llega, en la forma que sea, el apocalipsis.
La iniciativa artística, subtitulada Future Artifacts from the Svalbard Global Seed Vault (Artefactos Futuros para la Bóveda Global de Semillas de Svalbard), está siendo exhibida por primera vez en público, desde el 15 de mayo, en el Center for PostNatural History, un singular museo de Pittsburgh (EE UU), dedicado a mostrar las relaciones entre cultura, naturaleza y biotecnología. La muestra estará en cartel hasta el 15 de agosto.
El proyecto, según sus promotores, “explora los esfuerzos de los seres humanos para preservar la civilización y desafiar la inevitabilidad de su desaparición”. Los artistas interpretaron la bóveda “como un todo, analizando su estructura, sentido práctico, político, histórico y simbólico, su ubicación, sus matices de infraestructura y culturales”. El objetivo final, precisan, es “explorar la relación del hombre con tiempo.
Desde ahora y hasta la eternidad“.
La bóveda de semillas, que costó aproximadamente 12 millones de euros, fue financiada enteramente por Noruega. Los costes de operación y mantenimiento son pagados por Global Crop Diversity Trust, un lobby de capital mixto público y privado en el que participan, entre otros, los estados de Reino Unido, Australia, Brasil, Colombia, India y Etiopía. La Fundación Bill y Melinda Gates, que ha aportado más de 25 millones de euros, suma más que los tres primeros países antes citados. España ha contribuido con una cantidad mínima: 1,5 millones de euros.
Fuente: 20Minutos
Permanecen a 120 metros de profundidad y 18 grados bajo cero, en cajas de alumino almacenadas en un refugio seguro e inmune a cualquier tipo de catástrofe, sea natural (terremotos, erupciones volcánicas…) o provocada por el hombre (radiación nuclear, subida del nivel del agua por el calentamiento global…).
El banco de semillas, llamado oficialmente en noruego Svalbard globale frøhvelv (Bóveda Global de Semillas), también es conocido popularmente en inglés como Doomsday Vault (Bóveda del fin del mundo). A la terminología no le falta razón: es una especie de desesperado as en la manga de la raza humana para tener la esperanza de que la pasmosa y variada vida vegetal de la Tierra no se destruya si llega, en la forma que sea, el apocalipsis.
Varios meses en residencia
Tres artistas, de Noruega, Dinamarca y los EE UU, obtuvieron permiso para pasar varios meses del año pasado en las instalaciones y trabajar en ellas en el desarrollo de un proyecto, The Cold Coast Archive (El archivo de la costa fría), que pretende ofrecer a las generaciones futuras o a posibles supervivientes de una hecatombe, los elementos necesarios para localizar y acceder al banco de semillas.La iniciativa artística, subtitulada Future Artifacts from the Svalbard Global Seed Vault (Artefactos Futuros para la Bóveda Global de Semillas de Svalbard), está siendo exhibida por primera vez en público, desde el 15 de mayo, en el Center for PostNatural History, un singular museo de Pittsburgh (EE UU), dedicado a mostrar las relaciones entre cultura, naturaleza y biotecnología. La muestra estará en cartel hasta el 15 de agosto.
Kit de supervivencia
Los artistas Signe Lidén (Noruega), Annesofie Norn (Dinamarca) y Steve Rowell (EE UU) colaboraron para producir The Cold Coast Archive, que incluye sonidos, vídeos y fotos realizados durante su visita a Svalbard. La muestra también incluye un jardín experimental, una guía de campo y mapas para localizar la cámara acorazada y moverse por sus instalaciones y un prototipo de kit de supervivencia diseñado para garantizar el éxito de una hipotética expedición en busca del banco de semillas del Ártico.Nazis, rusos, estadounidenses…
Otra aportación es la proyeccion de los intereses geopolíticos y militares en juego en la zona en caso de un conflicto bélico que involucrase a China, Rusua y la Otan. Aunque la zona fue declarada como desmilitarizada por un tratado internacional de 1925, los autores del proyecto recuerdan que la marina nazi navegó y vigiló estas aguas durante la II Guerra Mundial y que se han comprobado actividades posteriores de los servicios de inteligencia de los EE UU y Rusia.El proyecto, según sus promotores, “explora los esfuerzos de los seres humanos para preservar la civilización y desafiar la inevitabilidad de su desaparición”. Los artistas interpretaron la bóveda “como un todo, analizando su estructura, sentido práctico, político, histórico y simbólico, su ubicación, sus matices de infraestructura y culturales”. El objetivo final, precisan, es “explorar la relación del hombre con tiempo.
Desde ahora y hasta la eternidad“.
La bóveda de semillas, que costó aproximadamente 12 millones de euros, fue financiada enteramente por Noruega. Los costes de operación y mantenimiento son pagados por Global Crop Diversity Trust, un lobby de capital mixto público y privado en el que participan, entre otros, los estados de Reino Unido, Australia, Brasil, Colombia, India y Etiopía. La Fundación Bill y Melinda Gates, que ha aportado más de 25 millones de euros, suma más que los tres primeros países antes citados. España ha contribuido con una cantidad mínima: 1,5 millones de euros.
Fuente: 20Minutos
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