Benedicto
XVI, un pastor rodeado de lobos
El cardenal que, desde el palacio del ex Santo Oficio había condenado a decenas de teólogos y puesto en sordina a la otrora poderosa corriente de la Teología de la Liberación y, con ella al ala más avanzada de la Iglesia. Este Papa llegó tarde al papado y no tiene ni la edad para llevar a cabo una reforma ni cuenta con el apoyo de un sector importante de la propia Curia que, en su estructura actual, no tiene reforma ni salvación posible. De
“Panzerkardinal” a Santo Padre solo y débil en medio de una Curia dividida y
levantisca.
Denuncian que el escándalo del Vaticano encubre complot mayor
Los progresistas se rasgaban las vestiduras y temían un cierre de bucle. Los conservadores echaban las campanas al vuelo ante la llegada al solio pontificio del ideólogo de Juan Pablo II, el Papa Restaurador. “Pastor alemán”. Así
saludó el diario italiano ‘Il Manifesto’ la elección de Benedicto XVI. Con una
buena dosis de irreverencia y mal disimulado disgusto. Había llegado a Papa el
“panzerkardinal”, el “martillo de herejes”, el siempre severo “guardián de la
ortodoxia”.
La
verdad es que, tras sus 24 años como prefecto de Doctrina de la Fe, no había
ningún cardenal con peor imagen pública que la de Ratzinger. Pero la sotana
blanca imprime carácter. Y tras ser aclamado por los cardenales, en una de las
elecciones más rápidas de un cónclave, y rezar en la estancia de las lágrimas,
Joseph Ratzinger abandonó su coraza de “cancerbero de Dios” para meterse de
lleno en el rol de Pedro y Padre de todos. Y desde la misma logia vaticana, en
su primer saludo, tras el “habemus Papam”, se definió a sí mismo como “el
humilde trabajador de la viña del señor”.
Su
cometido ya no era disciplinar a los teólogos, sino apacentar al rebaño del
Señor, como el buen pastor que conoce y mima a todas y cada una de sus ovejas.
De duro a blando. De poderoso a humilde. De rígido y dogmático a flexible como
un junco.
Elegido a los 78 años, Benedicto XVI siempre fue
consciente de que iba a ser un Papa de transición. Sobre todo, después del largo
reinado de su “amado predecesor”. Un Papa sin tiempo vital para muchas cosas y,
por lo tanto, con un programa de pontificado centrado en lo esencial. Y unos
objetivos claros: la reforma litúrgica y la propuesta de una fe, casada con la
razón y que pueda dar sentido a la vida de la gente y de los pueblos,
especialmente de la vieja y secularizada Europa. Convencido de que la
rescristianización del mundo moderno pasa por el testimonio cristiano sencillo y
convincente. El cristianismo como una religión del amor.
Por otra parte y a pesar de sus 24 años en el ex Santo
Oficio, el Papa Ratzinger no tenía experiencia de la maquinaria curial, como Pío
XII o Pablo VI. Tampoco disponía del flujo de contactos humanos ni del carisma
de arrastre de Juan Pablo II. Un profesor serio y riguroso, acostumbrado a sus
libros y a sus elucubraciones teóricas, sólo y sin apenas contactos, encerrado
en sí mismo y en una especie de torre de marfil. Sin contacto con la cruda
realidad. Y con la barca de Pedro en manos de una Curia dividida y levantisca
como nunca.
Un Papa que reina, pero no gobierna
Y
la barca de Pedro, en manos de un capitán que mira al horizonte y a los grandes
objetivos, encalla una y otra vez. Las polémicas y los escándalos se suceden.
Desde el discurso de Ratisbona, que tanto indignó a los musulmanes, al
levantamiento de la excomunión a cuatro obispos lefebvrianos, uno de los cuales,
monseñor Williamsom, presume de negacoinista, pasando por su oposición al
preservativo para frenar el SIDA. Y para colmo, la nave eclesial choca contra el
iceberg de la pederastia en la Iglesia.
Era tan grave el escándalo de las manzanas podridas del
clero que afectaba a la credibilidad de la institución y amenazaba con hundirla.
Quizás por eso, el Papa Ratzinger recordó que era alemán, se enfundó el traje de
barrendero y se puso a limpiar la Iglesia a fondo. Impuso la tolerancia cero y
acabó con la extendida estrategia del encubrimiento episcopal de los curas
abusadores, pecadores y delincuentes.
Limpiada la Iglesia, el Papa-barrendero de Dios volvió
a su torre de marfil: reina, pero no gobierna. “Un pontífice débil y frágil,
incapaz de controlar su corte”, como dice el vaticanista italiano Marco
Politi.
Y
es que, como explica el ex vicedirector de L’Osservatore romano, Franco
Svideroschi, “este Papa llegó tarde al papado y no tiene ni la edad para llevar
a cabo una reforma ni cuenta con el apoyo de un sector importante de la propia
Curia, que nunca le ha perdonado que nombrase a un outsider, un no-diplomático
como el cardenal Tarcisio Bertone, para número dos y Secretario de Estado del
Vaticano.
Consciente de sus pocas habilidades de gobierno, el
Papa teólogo (autor de libros sobre Jesús, de grades encíclicas y de bellas
homilías) intentó rodearse de hombres de confianza en los principales puestos de
la Curia, para los que nombre, fundamentalmente, a sus amigos: Levada, Kasper,
Amato, Cañizares…Y en los mandos, Bertone.
Con el nombramiento del salesiano la Curia se dividió
por la mitad entre “los diplomáticos” de la “vieja guardia”, capitaneados por
Angelo Sodano y Giovanni Battista Re, y el “partido” de Bertone, que se rodea de
salesianos y amigos de su total confianza. Dos equipos
irreconciliables.
Siempre hubo partidos, tendencias y cordadas en el
Vaticano. Y profundas intrigas y hostilidades sin cuento entre los diversos
“equipos”. La diferencia es que, ahora, el navajeo se hace a través de los
medios de comunicación. Con luz y taquígrafos. Con filtraciones de cartas y
documentos secretísimos, robados del propio apartamento papal.
Ante los ojos atónitos del mundo y la amargura de los
católicos, se dibuja una sala de máquinas de la Iglesia dominada por “el
egoísmo, la violencia, la enemistad, la discordia y la envidia”, los vicios que
el Papa fustigaba precisamente el domingo pasado en su homilía. Unos años antes,
Benedicto XVI, ya había advertido a la Curia con una frase durísima de San
Pablo: “Si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros
mutuamente”.
Luchas de poder, como no se veían desde el
Renacimiento. Con un primer objetivo: defenestrar a Bertone. En segundo lugar,
para intentar frenar la política regeneracionista del Papa. Pase su limpieza de
la pederastia, pero que no intente lo mismo con las finanzas
vaticanas!
Dos objetivos inmediatos y la vista puesta en la
eventual sucesión del Papa Ratzinger, cada vez más solo y aislado. Tanto que,
hace unos días, L’Osservatore Romano, describía al Pontífice, en un editorial,
como “un apacible pastor” rodeado de “lobos”.
Pastor entre lobos, ¿obligado a
renunciar?
Enfrascado en la tarea de explicar a Jesucristo al
hombre contemporáneo, Benedicto XVI tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas
para acabar con la pederastia. Lo hizo y se desgastó. Y ya no le quedan casi
arrestos para volver a coger la escoba y barrer su propia casa, la Curia
romana.
Aunque algunos expertos y teólogos sostienen que la
Curia no tiene reforma ni salvación posible. “El Papa ha perdido el control,
porque el sistema está tan en crisis que ha colapsado”, advierte su otrora amigo
y actual teólogo rebelde Hans Küng. Y el sacerdote vaticanista Filippo di
Giacomo, asegura que “el sistema de gobierno de la Iglesia no funciona ni es
colegial”, porque “la Curia es una maquinaria gigantesca, inoperante e inútil”.
Una situación agravada, en estos momentos, por la excesiva italianización del
aparato vaticano.
Reformable o no, hay quien piensa que el Papa,
profundamente dolido y herido por el Vatileaks y los documentos robados por
Paolo Gabriele, el mayordomo que le servía a la mesa y le ayudaba a vestirse, va
a hacer un último esfuerzo. Y llegar hasta los cómplices y los inspiradores del
mayordomo. Caiga quien caiga.
Y
si llegase al convencimiento de que le es imposible limpiar “de jabalíes la viña
del Señor”, entonces, como confesó en el libro-entrevista, ‘Luz del mundo’
(Herder), podría optar por la renuncia. “Si un Papa se da cuenta de que ya no es
física, psicológica o espiritualmente capaz de ejercer el cargo que se le ha
confiado, entonces tiene derecho y, en algunas circunstancias también el deber,
de dimitir”, le dijo a Peter Sewald.
Tanto Pío XII como Pablo VI o Juan Pablo II pensaron en
la hipótesis de la dimisión por enfermedad. Pero Benedicto XVI, en una
afirmación revolucionaria, es el primero que justifica una eventual dimisión no
sólo por causas puramente físicas. Una eventualidad siempre negada por Roma,
porque sería un hito histórico y provocaría un claro shock en la Iglesia.
Aunque, como cree el obispo italiano, Luigi Bettazzi, los escándalos del
Vatileaks podrían ser “una estrategia para preparar la eventualidad de la
dimisión”.
Y
el obispo emérito de Ivrea explica, incluso, sus razones: “Creo que el Papa se
siente muy cansado. Basta verlo. Es un hombre acostumbrado a los estudios y,
ante los problemas y las tensiones que florecen en la Curia, podría pensar: que
se ocupe de estas cosas un nuevo Papa”. Además, “ha visto con sus propios ojos
que, en sus últimos años, Juan Pablo II no era capaz de guiar a la Iglesia y lo
hacían sus colaboradores en su nombre”.
Otros purpurados, como el cardenal Tonini, aseguran que
el Papa nunca dimitirá. Y, mientras tanto, las cordadas curiales,
mayoritariamente formada por italianos, están italianizando la Curia. Para lo
bueno y para lo malo. En estos momentos, es evidente que “manca finezza” y que
la Curia está demasiado conectada con la realidad económico-política italiana y,
por lo tanto, padece sus mismos males y utiliza los mismos métodos
sucios.
Además, está en juego no sólo el puesto de Bertone,
sino la sucesión. Tras dos Papas “extranjeros”, los italianos quieren un
Pontífice de los suyos. Y tenían fuerza suficiente para lograrlo, dado que
cuentan con 30 cardenales electores, una cuota tan desproporcionada en el
colegio cardenalicio que correspondería a un país con 300 millones de católicos,
cuando Italia sólo cuenta con unos 50.
Los purpurados italianos, en guerra abierta entre
ellos, no sólo queman las posibilidades de sus candidatos, sino que, además,
están provocando una fuerte reacción en los cardenales del resto del mundo en su
contra, que ya barajan nombres de eventuales sucesores no italianos. Pero lo
peor de esta lucha a muerte es que salpica y mancha a toda la institución. Como
dice el cardenal Kasper, “está en juego la imagen de toda la
Iglesia”.
De
hecho, surgen ya voces que hablan de que los escándalos no son la causa sino la
consecuencia de un modelo eclesiástico que ya no funciona. En época de crisis,
la prima de riesgo moral vaticana esta por las nubes. ¿Se avista una quiebra de
la Iglesia católica? “A pesar de las debilidades del hombre, las dificultades y
las pruebas, el Espíritu Santo guía la Iglesia y el Señor la ayudará siempre
sosteniéndola en su camino”. Son palabras del Papa contra el “síndrome
italiano”. Un Papa regeneracionista, dispuesto a seguir su tarea. ¿Los frutos?
Los recogerá el Sucesor.
Denuncian que el escándalo del Vaticano encubre complot mayor
El mayordomo del
Papa Benedicto XVI, arrestado la semana pasada por filtrar documentación privada
de la Santa Sede, puede ser sólo un chivo expiatorio en un complot que implica a
altos funcionarios, según informó un diario italiano.
En base a documentos recibidos, que cita fuentes anónimas, el periódico La Repubblica afirma que la filtración de documentos muestra que Paolo Gabriele, actualmente detenido en el Vaticano, "no es el único" responsable del escándalo conocido como "Vatileaks".
El portavoz del Papa, Federico Lombardi, señaló que no le sorprende que se estén publicando más documentos del Vaticano, pero sí "la situación general por la que se han filtrado tantos documentos y la razón por la que ello ha ocurrido, con qué significado y con qué fin", según informó la agencia alemana de noticias DPA.
El diario publica parte de lo que asegura fue un mensaje anónimo escrito a ordenador, que empieza: "Echen del Vaticano a los realmente responsables".
Según el mensaje, el segundo hombre de mayor rango en el Vaticano, el secretario de Estado Tarcisio Bertone, y el secretario personal del Papa Benedicto XVI, monseñor Georg Ganswein, son los principales culpables de un complot, aunque el texto no especifica qué tipo de complot.
El mensaje enviado a La Repubblica fue acompañado de copias de tres documentos, incluida una carta datada el 14 de enero, escrita supuestamente por el cardenal Raymond Burke y dirigida a Bertone.
En la misiva, el cardenal, que preside el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, la más alta instancia judicial del Vaticano, critica a un grupo católico, el Camino Neocatecumental, por celebrar ceremonias que no cumplen con las enseñanzas litúrgicas de la iglesia, por lo que se muestra preocupado porque el Papa pudiera dar pronto su aprobación a ese tipo de ceremonias.
Los otros dos documentos filtrados recibidos por el diario llevan la firma de Ganswein, pero con contenidos borrados con líquido corrector, dice el diario.
El Vaticano indicó que un magistrado podría comenzar la próxima semana a interrogar formalmente a Gabriele, arrestado el 25 de mayo tras el descubrimiento de documentos confidenciales - incluyendo cartas papales- en la vivienda que comparte con su mujer y sus tres hijos.
En base a documentos recibidos, que cita fuentes anónimas, el periódico La Repubblica afirma que la filtración de documentos muestra que Paolo Gabriele, actualmente detenido en el Vaticano, "no es el único" responsable del escándalo conocido como "Vatileaks".
El portavoz del Papa, Federico Lombardi, señaló que no le sorprende que se estén publicando más documentos del Vaticano, pero sí "la situación general por la que se han filtrado tantos documentos y la razón por la que ello ha ocurrido, con qué significado y con qué fin", según informó la agencia alemana de noticias DPA.
El diario publica parte de lo que asegura fue un mensaje anónimo escrito a ordenador, que empieza: "Echen del Vaticano a los realmente responsables".
Según el mensaje, el segundo hombre de mayor rango en el Vaticano, el secretario de Estado Tarcisio Bertone, y el secretario personal del Papa Benedicto XVI, monseñor Georg Ganswein, son los principales culpables de un complot, aunque el texto no especifica qué tipo de complot.
El mensaje enviado a La Repubblica fue acompañado de copias de tres documentos, incluida una carta datada el 14 de enero, escrita supuestamente por el cardenal Raymond Burke y dirigida a Bertone.
En la misiva, el cardenal, que preside el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, la más alta instancia judicial del Vaticano, critica a un grupo católico, el Camino Neocatecumental, por celebrar ceremonias que no cumplen con las enseñanzas litúrgicas de la iglesia, por lo que se muestra preocupado porque el Papa pudiera dar pronto su aprobación a ese tipo de ceremonias.
Los otros dos documentos filtrados recibidos por el diario llevan la firma de Ganswein, pero con contenidos borrados con líquido corrector, dice el diario.
El Vaticano indicó que un magistrado podría comenzar la próxima semana a interrogar formalmente a Gabriele, arrestado el 25 de mayo tras el descubrimiento de documentos confidenciales - incluyendo cartas papales- en la vivienda que comparte con su mujer y sus tres hijos.
Fuente:
http://es.sott.net/articles/show/13838-Denuncian-que-el-escandalo-del-Vaticano-encubre-complot-mayor
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