Cuando nacemos, nos pesan, nos miden, determinan nuestro genero, nuestra raza, incluso nuestro color de ojos, pero no se identifica nuestro estado social (libre o esclavo), lo que nos lleva a crecer con un pensamiento inculcado que nos presupone libres.
Crecemos bajo la influencia de la familia, la religión, los educadores, la cultura, los círculos sociales, etc..etc.. y bajo esta serie de influencias vamos orientando nuestras vidas por caminos llenos de mentiras, hipocresía, consumo, productividad y competitividad, que determinaran nuestro estatus social.
Cuanto mayor sea nuestra capacidad de adaptarnos al sistema mediante las influencias adquiridas, mayor será nuestro status y con el crecerá nuestra sensación de libertad, o debería decir seguridad???.
Básicamente nuestra vida está enfocada a conseguir seguridad y no libertad, vendemos nuestra mayor posesión, nuestro tiempo, a cambio de dinero con el cual podemos adquirir objetos o servicios que nos harán vivir más seguros pero no más libres, por ejemplo; tras nuestra decisión de ser padres, tomada desde una supuesta libertad, nos vemos obligados a incrementar nuestro intercambio de tiempo por dinero, para poder disponer de servicios (guardería, educadores) que sustituyan nuestra labor como padres.
Claramente orientamos nuestra vida y la de los que dependen de nosotros hacia valores muy lejanos a la libertad, establecemos nuestra realidad en base a directrices que nos hacen cada día mas esclavos y nos reímos de aquellos que se salen de la pauta marcada, creemos haber conseguido nuestros objetivos en la vida, sin darnos cuenta de que un esclavo solo puede tener un objetivo en su vida, la libertad, ya que sin libertad todo lo que haya conseguido, solo formara parte de su esclavitud.
Escrito por nuestro colaborador Javi Sotelo
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