Al igual que las hembras de los animales, las mujeres tienen ovulación espontánea, y esto significa que se liberan los huevos de manera bastante regular, independientemente de su actividad sexual. Algunas especies de animales, como los camellos y los conejos, únicamente liberan óvulos viables como respuesta a unas relaciones sexuales. En estos animales se llama “ovulación inducida”. Durante décadas, el dogma científico mantenía que en la ovulación inducida, la estimulación física del sexo desencadena unas respuestas hormonales en la hembra que llevan a la producción y liberación de los huevos.

 No obstante, en 1985, un grupo de investigadores chinos desafió esta idea, sugiriendo que debía haber un factor de inducción de ovulación (OIF) en el semen en sí mismo. Degún el veterinario y biólogo reproductivo Gregg Adams, de la Universidad de Saskatchewan en Saskatoon, Canadá, la hipótesis parecía tan contraria al sentido común que “la gente simplemente la ignoró. Me incluyo.”

Cuando Adams y sus colegas, por fin se decidieron a testear esta idea, décadas más tarde, se quedaron sorprendidos por los resultados. En 2005, el equipo inyectó el fluido seminal de unas llamas macho, que están estrechamente relacionadas con los camellos, en las llamas hembra, para ver si éstas ovulaban sin estimulación genital. Para su sorpresa, comprobaron que la inyección de fluido seminal en el torrente sanguíneo las llamas hembras tenía un “efecto ovulatorio muy potente”.

Eso provocó una búsqueda del OIF en el semen durante 7 años. Ahora, en un estudio publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, Adams y sus colegas dicen que lo han encontrado. Los investigadores tomaron muestras de semen de toro y de llama para ver si la OIF se hallaba tanto en el semen de las especies de ovulación espontánea como en la inducida. Se hace girar las muestras varias veces en centrifugadoras, para separar el líquido seminal de los espermatozoides. Los espermatozoides constituyen únicamente, alrededor del 5% del semen, apuntó Adams. Entonces, se usa el calor, diversas enzimas de proteínas digestivas, y los filtros de tamaño para tratar de cernir las moléculas eficaces.

Después de cada tratamiento, pasaron a través de un proceso muy minucioso de eliminación”, prosiguió Adams, se inyectó el líquido seminal alterado en los cuartos traseros de las hembras de llama “para ver si la molécula había sobrevivido y se producía la ovulación inducida, o había sido destruida. Para sorpresa de Adams, la sustancia misteriosa resultó ser una proteína fundamental para el desarrollo y supervivencia de las neuronas sensoriales: el factor de crecimiento neural, o NGF. “Estábamos buscando una proteína desconocida”, continuó Adams, aunque en realidad la OIF/NGF es una molécula que se encuentra en el cuerpo de muchas especies. “Y yo no sabía si estar feliz o triste por eso”, añadió riendo.

La NGF fue descubierta en el semen de los toros en la década de 1980, pero “era una de esas cosas que se quedan colgando y que nadie sabía qué hacer con ello.” Ahora, dice, “podemos conectar esos puntos”. Él y su equipo descubrieron la misma molécula en abundancia en el semen de todas las especies que han estudiado, incluidos los humanos.

En otros experimentos, establecieron que la molécula facilita la reproducción a través de especies diferentes: el líquido seminal de jabalíes, conejos y sementales, por ejemplo, y en la ovulación inducida en hembras de llamas, hasta en ratones prepúberes. Aunque la NGF no parece inducir la ovulación en otro ovulador espontáneo que estudiaron, como es la vaca, si tiene otros efectos, como el aumento de la fertilidad. Aquí, cambia en el desarrollo del folículo ovárico, y promueve el desarrollo y la función del cuerpo lúteo, una temporal estructura endocrina crucial para mantener el embarazo.

La primera evidencia es que la NGF, o el OIF, del semen viaja a través de todo el cuerpo de la hembra, actuando como una hormona, señala Adams “esto es muy novedoso para nosotros.” En el futuro, el equipo planea estudiar como la NGF afecta a la fertilidad humana. “Estamos realmente interesados en conocer la relación entre el OIF y la infertilidad”, dice. “¿Son más fértiles los machos con altas concentraciones de OIF en el semen? “Para las parejas que están pasando por un momento difícil para quedarse embarazada, tal vez podría venir bien desarrollar tratamientos con OIF.

Esta investigación es “muy excitante”, agregó Sergio Ojeda, un neurocientífico de la Oregon Health & Science University en Portland, que estudia cómo las neurotrofinas, la clase de proteínas que incluye la NGF, actúan en el sistema reproductivo femenino. Los científicos se preguntan si este tipo de NGF, que una vez se pensó para sólo actuaba en las áreas sensoriales del sistema nervioso, también juega un papel en la reproducción.

El nuevo estudio, continuó, indica que el NGF del esperma masculino en realidad viaja a través del torrente sanguíneo de las hembras hasta el cerebro, provocando que el hipotálamo y la glándula pituitaria liberen las hormonas necesarias para el embarazo.

Aunque este tipo de mecanismos todavía necesitan ser desarrollados en detalle, Ojeda hace hincapié en que la investigación en sí misma tiene un aspecto sólido. La belleza de este estudio, dice, “es lo más interesante de la ciencia. Ellos decidieron averiguar cuál era la molécula sin ideas preconcebidas en absoluto. Cuando lo descubrieron, resultó que estaba muy bien hecho”.

Fuente: Bitnavegante