jueves, 8 de mayo de 2014

5 errores históricos en la segunda parte de la película 300

Sorprende ver la forma en la cual los acontecimientos históricos son deformados en la pantalla grande para dar una visión descabellada de los hechos a fin de satisfacer intereses políticos, uno de estos casos es la película “300: El nacimiento de un imperio”.
El largometraje que, aparentemente narra una batalla ocurrida en 480 a.C. entre el imperio aqueménida y Grecia, manipula por completo la imagen de la civilización persa e intenta presentar a esta nación como un grupo de salvajes ante el espectador contemporáneo que para su conocimiento del mundo exterior, confía en la imagen y la ficción y lo que ofrece el pensamiento capitalista que controla el cine de Hollywood.
Hay muchos errores históricos en la película, cuyo estreno ha provocado una dura crítica por parte de la sociedad iraní, conocida en todo el mundo como una nación dotada de una ejemplar riqueza cultural.
Entre las múltiples incongruencias que tiene la película, dirigida por Noam Murro y basada en la novela gráfica “Jerjes” de Frank Miller, destacamos las que ha dado a conocer el profesor de la cultura griega en la universidad de Cambridge, Paul Cartledge.
El primer problema surge con el título. ¿Exactamente qué “Imperio” se supone que está naciendo aquí? ¿El “Imperio ateniense”? En caso de que la respuesta es un sí, debemos decir que este imperio no comenzó a formarse hasta por lo menos dos años después de los acontecimientos que la película narra -las batallas navales de Artemisio y Salamina- ya que ambas tuvieron lugar en el año 480 antes de Cristo.
El segundo problema se detecta al inicio de la película, una flecha lanzada por el héroe ateniense Temístocles en la batalla de Maratón que acaba con la vida del rey Darío I a cuyo lado está de pie su hijo y sucesor, Jerjes.
Cartledge describe esta flecha como maravillosamente fuera de la historia, ya que, precisa, aunque Darío I había mandado la flota que desembocó en la batalla de Maratón, ni él ni su hijo Jerjes participaron en los combates.
Aquí la película da un salto de diez años para concentrarse en una guerra lanzada por Jerjes en represalia por la derrota en la batalla de Maratón.
En esta parte, la flota de la guerra de Irán está bajo el mando de una mujer griega -la reina Artemisa de Halicarnaso- quien había venido a ayudar a Irán con su Armada formada por numerosos buques.
Artemisa si es un personaje real, según menciona Heródoto, su contemporáneo e historiador de las guerras greco-persas quien afirma que ella sí luchó por los persas en Salamina. El error que comete el guionista es presentarla como la almirante en jefe de la Armada persa y la dueña de toda la flota, mientras según Cartledge, la reina contribuyó con una decena de barcos de guerra a la flota persa formada por 600 barcos que pertenecían a Irán.
El cuarto error surge cuando los cineastas, quizás para responder a las normas de cine de Hollywood, incluyeron una escena que refleja una relación intima de forma muy explícita, entre dos enemigos: Temístocles y Artemisa, en el intervalo de las batallas de Salamina y Artemisio (presentada aquí como una derrota griega – pero en realidad no hubo ganadores ni perdedores). Todo en nombre de la diplomacia, de forma natural.
El error histórico más absurdo, como lo califica el historiador de Cambridge, ocurre en la parte culminante del drama: Temístocles y sus atenienses necesitan ayuda de la marina espartana, la gran flotilla que llega a último momento con mucha opulencia, comandada por otra reina griega, Gorgo (viuda de Leónidas, el héroe de la primera parte de la película 300) para sellar la victoria de los griegos en Salamina.
Un hecho completamente manipulado ya que en realidad, Esparta contribuyó con tan sólo 16 buques de guerra a la flota griega que tenía unos 400 barcos en Salamina, e igual que Artemisia su presencia no causó absolutamente ninguna diferencia en el resultado de la guerra, que fue rotundamente una victoria ateniense.

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