¿por qué seguimos
sin aceptarla como una realidad?
La ciencia lleva la voz dominante de lo que es real en nuestra cultura. Su método de obtención de conocimientos, aparentemente objetivo y riguroso, se ha erigido como el más efectivo dentro de nuestro paradigma sociocultural. Sin embargo, como antes la religión, que tanto criticó, la ciencia ha construido una autoridad oficial que en ocasiones legisla a través del dogma.
Este prejuicio que pende sobre lo mal llamado “paranormal” tiene un larga
historia, adoptado incluso por científicos tan reconocidos como Einstein, quien
llamó despectivamente al fenómeno que hoy conocemos como entrelazamiento
cuántico “spooky action at a distance” (“acción fantasmagórica a
distancia”).
Carter traza la historia del sesgo (paradójicamente) irracional que existe en contra de la telepatía que recurrentemente se manifiesta en la ciencia. Por ejemplo, recientemente el famoso psicólogo escéptico Richard Wiseman admitió que la evidencia que se tiene de la telepatía es tan buena que “para los estándares de cualquier otra área de la ciencia está comprobada”.
Carter trae a colación que esto viene sucediendo desde décadas atrás. El psicólogo Donald Hebb escribió en 1951:
Cuatro años después, George Price, publicó un artículo en la prestigiosa
revista Science:
George Price, del departamento de medicina de la Universidad de Minnesota,
sin embargo, dijo que ya que la parapsicología y la ciencia moderna son
incompatibles se debía rechazar la telepatía –como si el edificio de la ciencia
moderna hubiera sido construido con oro solido y nada pudiera mancillarlo o
derribarlo (o todo aquello que amenazara con hacer esto debería de ser
marginado).
Los anteriores ejemplos muestran claramente que los escépticos consideraban que si la telepatía fuera un campo de investigación como los otros que investiga la ciencia, ya habría sido aceptada como una realidad. Sin embargo, por ser un caso especial se requiere “evidencia extraordinaria”. Pero esta evidencia extraordinaria contrasta con la experiencia ordinaria de miles y miles de personas que viven la telepatía como algo común en sus vidas cotidianas.
Curiosamente, según un par de encuestas citadas por Carter, incluso los físicos se inclinan en más de un 50% a creer que la telepatía existe, pero los psicólogos se inclinan a negar esta posibildad.
Quizás sería bueno recordarles a algunos científicos como las creencias
religiosas en su momento fueron el enemigo principal del conocimiento… como la
creencia en general va en detrimento de la inteligencia. Ya que su creencia en
un modelo del mundo les impide observar sin filtros los datos experimentales que
se contraponen a su visión de cómo son las cosas (una visión que es más un cómo
deberían de ser las cosas). Todos proyectamos nuestros pensamientos y creencias
en el mundo, pero supuestamente la ciencia estaba libre de esto. Una ciencia que
por otro lado ha descubierto que esa proyección, ese acto de observación con un
instrumento, modifica la realidad observada.
La ciencia lleva la voz dominante de lo que es real en nuestra cultura. Su método de obtención de conocimientos, aparentemente objetivo y riguroso, se ha erigido como el más efectivo dentro de nuestro paradigma sociocultural. Sin embargo, como antes la religión, que tanto criticó, la ciencia ha construido una autoridad oficial que en ocasiones legisla a través del dogma.
Un caso que parece demostrar lo
anterior es el de la telepatía o la percepción extrasensorial (ESP, en inglés).
Como bien muestra Chris Carter, maestro por la Universidad de
Oxford, en un reciente ensayo, existen numerosas pruebas científicas que
comprueban la existencia de la telepatía y sin embargo ésta es considerada como
una aberacción del pensamiento mágico insuperado por las conciencia primitivas
que merodean las afueras de los laboratorios y las universidades.
Carter traza la historia del sesgo (paradójicamente) irracional que existe en contra de la telepatía que recurrentemente se manifiesta en la ciencia. Por ejemplo, recientemente el famoso psicólogo escéptico Richard Wiseman admitió que la evidencia que se tiene de la telepatía es tan buena que “para los estándares de cualquier otra área de la ciencia está comprobada”.
Carter trae a colación que esto viene sucediendo desde décadas atrás. El psicólogo Donald Hebb escribió en 1951:
¿Por qué no aceptamos la
percepción extrasensorial como un hecho psicológico? Rhine ha ofrecido
suficiente evidencia para convencernos en casi cualquier otra cuestión.
Personalmente, no aceptó la percepción extrasensorial porque no hace sentido. Mi
criterio externo, tanto de física como de fisiología, dice que la la percepción
extrasensorial no es un hecho pese a la evidencia de que ha sido reportada. No
puedo ver que otra base tienen mis colegas para rechazarla. Rhine puede acabar
estando en lo correcto, improbable como pienso que es, y mi propio rechazo de
esta perspectiva es –en el sentido literal– prejuicio.
Los creyentes en los fenómenos psíquicos… parecen
haber dado con una decisiva victoria y virtualmente silenciado a la oposición.
La victoria es el resultado de cuidadosa experimetación e inteligente
argumentación. Docenas de experimentadores han obtenido pruebas positivas de
percepción extrasensorial en experimentos, y los procedimientos matemáticos han
sido aprobados por los más destacados estadísticos… Contra esta evidencia, casi
la única defensa que le queda al científico escéptico es la ignorancia.
Los anteriores ejemplos muestran claramente que los escépticos consideraban que si la telepatía fuera un campo de investigación como los otros que investiga la ciencia, ya habría sido aceptada como una realidad. Sin embargo, por ser un caso especial se requiere “evidencia extraordinaria”. Pero esta evidencia extraordinaria contrasta con la experiencia ordinaria de miles y miles de personas que viven la telepatía como algo común en sus vidas cotidianas.
Curiosamente, según un par de encuestas citadas por Carter, incluso los físicos se inclinan en más de un 50% a creer que la telepatía existe, pero los psicólogos se inclinan a negar esta posibildad.
Una de las principales razones por las que los
científicos se oponen a la telepatía, pese a las pruebas experimentales, es que
supuestamente, en palabras de Richard Dawkins “pone de cabeza las leyes de la
física”. Pero esto, según Carter, en realidad solo aplica a la física clásica, y
no a la física cuántica actual. No ocurre una contradicción con el modelo de la
física cuántica actual, en el que partículas subatómicas exhiben una conexión
instantánea a distancia, lo que se conoce como entrelazamiento cuántico,
repetidas veces probado en el laboratorio desde el seminal experimento de Alain
Aspect en 1981.
En el esfuerzo de entender cómo
funciona la telepatía desde un modelo científico es interesante revisar el trabajo de Rupert Sheldrake, quien no sólo ha realizado
experimentos midiendo la telepatía humana y animal, sino que ha establecido una
base teórica para entender la percepción extrasensorial, particularmente la
transmisión psíquica de información a distancia. Sheldrake ha observado
indirectamente la existencia de lo que llama “campos mórficos” o “campos
morfogenéticos”, los cuales almacenan la memoria de una especie incorpóreamente.
Sheldrake sugiere que los seres vivos entran en un estado de resonancia con
estos campos –o con otros miembros de su especie– y de esta forma reciben
información puntual a distancia.
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