Uno de los secretos a voces más comunes de la Conspiranoia es la tesis de que Adolf Hitler, el Canciller alemán que empujó a su país al desastre al enfrentarse a la vez a las democracias liberales y al gigante ruso, no se suicidó en su Búnker ante el avance del Ejército Rojo en abril de 1945, como se ha sostenido hasta ahora.
La historia oficial, grabada en el inconsciente colectivo merced al film de Oliver Hirschbergel "El hundimiento", afirma que Hitler y su amante Eva Braun se quitaron la vida tras contraer matrimonio, y sus cuerpos fueron rociados de combustible y quemados para evitar ser humillantemente expuestos a la curiosidad pública, como sucedió con los de Mussolini y Clara Petacci en la plaza de Loreto en Milán.
En realidad, Hitler y Eva Braun escaparon de Berlín a Argentina, vía Barcelona (con el expreso consentimiento y protección de Franco), llevando consigo una considerable fortuna en oro robado y obras de arte que les libró de toda necesidad económica en su -finalmente- larga vida. La pareja se instaló en Córdoba, donde nunca fueron molestados por los sucesivos gobiernos del país austral. El cuerpo de Adolf Hitler descansa finalmente en una discreta tumba en Mendoza.
La foto que acompaña estas líneas, tomada durante la segunda mitad de los cincuenta, ha sido comparada con las imágenes de Hitler en el cenit de su poder, y un complejo software de reconocimiento facial afirma que se trata de la misma persona.
(Visto en Cazadebunkers)
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