La incapacidad física y psicológica para la vida sexual y la procreación es uno de esos dramas poco conocidos resultantes de las guerras. Cientos de sobrevivientes de la Primera Guerra Mundial lo sufrieron.
De vuelta a casa se toparon con la frustrante situación de no poder satisfacer a sus esposas y en muchos casos no pudieron tener más hijos.
Fue una doctora británica, Helena Wright, pionera en educación y terapia sexual, quien al reparar en esta situación, propuso una secreta y controvertida solución: buscar un hombre dispuesto a cumplir con la solidaria misión de ayudar a muchas de estas mujeres a ser madres, nuevamente o por primera vez, y fortalecer así sus matrimonios.
El elegido fue un joven de 20 años llamado Derek, al que la doctora conoció a través de su esposa, Suzanne. Las mujeres que requerían de su servicio se ponían en contacto con Wright, quien les concertaba una cita con el joven a cambio de 10 libras y la promesa de guardar silencio.
Las citas se concertaban tomando en cuenta las fechas propicias para la concepción de cada mujer y estos encuentros rara vez se repetían. De ese modo se mantenía el espíritu de servicio a favor del matrimonio.
El portal web del Dayli Mail, contó que para cada servicio, Derek se vestía con traje oscuro, camisa blanca, pajarita de lunares y sombrero. “Los buenos modales, su sonrisa y entusiasmo hacían el resto”, contó el periodista Paul Spicer en la publicación.
El joven llegó a visitar a unas 500 mujeres durante aproximádamente 20 años, y cada vez que un hijo suyo llegaba al mundo, la doctora Wright le informaba a través de un telegrama.
Entre 1917 y 1950 Derek fue padre de 496 niños. Tres de ellos de su propio matrimonio y otros dos con otra mujer cercana a su familia. También tuvo 4 hijos en Malaya, Singapur. El resto fueron concebidos como parte de su abnegada labor.
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