Trabajar en exceso puede aumentar de manera considerable el riesgo de muerte, según revela un nuevo estudio especializado.
Laborar más de lo debido conlleva una serie de consecuencias negativas tanto para la salud como para las relaciones personales. Cuando las actividades superan las limitaciones mentales y emocionales de la persona, el cuerpo es el que paga esos abusos.
La primera muerte por exceso de trabajo fue registrada en 1970 en Japón. En ese año, muchos trabajadores nipones que habían trabajado de manera abusiva murieron intempestivamente; lo que, tras estudios, dio con el descubrimiento de un nuevo síndrome llamado Karoshi que significa “muerte por exceso de trabajo”.
El síndrome de Karoshi se usa para describir un fenómeno social en el ambiente laboral que existe desde hace varias décadas en Japón, el cual consiste en un aumento de la tasa de mortalidad por complicaciones debidas al exceso de horas de trabajo, sobre todo por derrames cerebrales y ataques cardíacos. El Ministerio de Sanidad de Japón reconoció este fenómeno en 1987.
Los estudios revelan que el trabajo excesivo y la falta de sueño pueden perjudicar seriamente la salud.
El resultado de los estudios fue publicado después de practicar una autopsia a un joven alemán que había fallecido después de haber trabajado más de 16 horas durante tres días consecutivos.
Desempeñar funciones laborales durante largo tiempo y el estrés laboral son dos de los principales factores de riesgo que pueden incrementar la probabilidad de sufrir infartos.
La tensión que puede experimentar un trabajador durante la jornada laboral incrementa la actividad nerviosa, que a su vez aumenta la presión sanguínea.
Anteriores estudios ya han demostrado que cuantas más horas se trabaja, más se incrementa la presión sanguínea diaria.
Para evitar dejarse atropellar por el exceso de trabajo, los psicólogos recomiendan que, fuera de la jornada laboral, es importante atender el cuidado personal, hacer algún tipo de ejercicio para eliminar el estrés o dedicar tiempo para alguna actividad de ocio, como leer, la jardinería, ir al cine o pintar.
Durante la jornada laboral es conveniente sacar pequeños espacios para relajarse y retomar fuerzas, levantarse del escritorio, mirar por la ventana, conversar un rato o hacer ejercicios de estiramiento.
Estas actividades permiten recupera fuerzas y ayudan a evitar el “embotellamiento mental”, de tal manera que el trabajador evita el cansancio que produce el pasar muchas horas en una misma actividad y puede regresar con más energía a su labor.
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