Si nos fijamos en cómo se desarrolla la situación en la política mundial, no podemos hacer la vista gorda a los grandes cambios que están por venir, opina el economista Mijaíl Jazin.
Según el analista económico, lo más importante es entender el comportamiento actual de la élite, es decir, de aquellas personas que pueden (aunque no siempre quieren) tomar las decisiones necesarias.
“Alguien puede estar en desacuerdo con el concepto de la caída de la élite financiera mundial o puede no creer en la continuación de la crisis económica, pero basta leer el reciente discurso de Obama ante la Asamblea General de la ONU o ante el Congreso para entender que los cambios son evidentes”, afirmó Jazin en un artículo publicado en el portal ruso Worldcrisis.
La mencionada élite son aquellos que no quieren cambiar absolutamente nada. Su tarea es “evitar cualquier intento de cambiar algo en el sistema que les permite vivir bien”. Jazin opina que este grupo consta de dos partes principales: financistas internacionales y la burocracia, tanto internacional como nacional.
En cuanto aparece una persona que simplemente mencione la necesidad de llevar a cabo algún cambio, este grupo trata de exterminarla con la máxima brutalidad, si no físicamente, sí en el marco de la vida social y política. No interpretan esas tentativas de cambio como un deseo de salir de la crisis, sino como un intento de cambiar la élite existente por otra.
“Como consecuencia, las posibilidades de llevar a cabo reformas están fuertemente limitadas, lo que tarde o temprano provoca una explosión”, dijo Jazin. Según sus palabras, el ejemplo clásico de este tipo de “explosión” es la Rusia de 1917, cuando la falta de voluntad de la aristocracia de introducir cambios en el país provocó la muerte de este grupo social, y luego provocó cambios fundamentales en todo el Estado. Así, cree el economista, “existe una probabilidad muy elevada de que nos espere una crisis comparable a la del año 1917, solo que a escala global”.
Jazin concluye que, cuanto más tratan los financieros y la burocracia de proteger el antiguo sistema -que está dando ya sus últimos pasos-, más brillante será la victoria de lo que él llama “islam político” y de otras fuerzas opositoras radicales que no ofrecen ninguna alternativa.
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