A través de la red social descubrieron que estaba vivo en Brasil con una nueva vida.
Las redes sociales le jugaron una mala pasada a un hombre que fingió su propia muerte en enero de 2011 en Argentina, en el río Uruguay (Misiones).El hombre apareció en la ciudad brasileña de Curitiba con nueva vida.Ariel Darío Leites Do Santos, de 44 años de edad, buscó cambiar su fisonomía con una poblada barba y dejó crecer su cabello, pero nada de eso le valió para ser cazado a través de Facebook.
Leites vivía en Oberá, donde tenía una empresa dedicada a la informática y algunos emprendimientos turísticos. A finales de 2010, según contaron en esa ciudad, el hombre estaba cubierto de deudas y ya no podía mantenerse a flote. El 2 de enero había ido a pasar el día a la costa del río Uruguay, cerca de Panambí. Entró al agua varias veces para refrescarse, nadó e hizo bromas con todos. Pero en un momento, sus acompañantes dejaron de verlo e iniciaron la búsqueda. El hombre había desaparecido y todos sospecharon lo peor: que se había convertido en una víctima más del torrentoso río.
En pocas horas intervino la Policía, que solicitó ayuda a la Gendarmería y Prefectura Naval. Al día siguiente se sumaron fuerzas federales de Brasil y un helicóptero. La búsqueda se extendió a lo largo de casi cien kilómetros, pero Leites Dos Santos nunca fue hallado. Los rescatistas sólo pudieron dar con una camiseta que fue reconocida por sus familiares.El hecho derivó en un expediente judicial de desaparición de persona.Y ahí se quedó 4 años.
Las redes sociales le jugaron una mala pasada a un hombre que fingió su propia muerte en enero de 2011 en Argentina, en el río Uruguay (Misiones).El hombre apareció en la ciudad brasileña de Curitiba con nueva vida.Ariel Darío Leites Do Santos, de 44 años de edad, buscó cambiar su fisonomía con una poblada barba y dejó crecer su cabello, pero nada de eso le valió para ser cazado a través de Facebook.
Leites vivía en Oberá, donde tenía una empresa dedicada a la informática y algunos emprendimientos turísticos. A finales de 2010, según contaron en esa ciudad, el hombre estaba cubierto de deudas y ya no podía mantenerse a flote. El 2 de enero había ido a pasar el día a la costa del río Uruguay, cerca de Panambí. Entró al agua varias veces para refrescarse, nadó e hizo bromas con todos. Pero en un momento, sus acompañantes dejaron de verlo e iniciaron la búsqueda. El hombre había desaparecido y todos sospecharon lo peor: que se había convertido en una víctima más del torrentoso río.
En pocas horas intervino la Policía, que solicitó ayuda a la Gendarmería y Prefectura Naval. Al día siguiente se sumaron fuerzas federales de Brasil y un helicóptero. La búsqueda se extendió a lo largo de casi cien kilómetros, pero Leites Dos Santos nunca fue hallado. Los rescatistas sólo pudieron dar con una camiseta que fue reconocida por sus familiares.El hecho derivó en un expediente judicial de desaparición de persona.Y ahí se quedó 4 años.
“Me fui porque no tenía otra opción; fue por motivos de seguridad mía y de mis familiares”, le dijo a un medio local, y aseguró que no tiene deudas en el país y que en Brasil obtuvo una cédula de identidad para extranjeros con su nombre real”.
Tras desaparecer en Misiones, partió hacia Brasil con una joven con la que mantenía una relación amorosa clandestina.Con esa mujer formó pareja en Curitiba y tuvieron un hijo pequeño.Cuando todos ya se habian olvidado de él, reapareció. Primero contactó con una vieja amiga. “No estoy muerto, estoy de parranda, jajajaja”, fue el mensaje que le envió a través de Facebook.
Poco después fue haciendo lo mismo con otros viejos amigos que habían quedado en la Tierra Colorada, muchos de los cuales participaron en el operativo de búsqueda en el río. Su padre, Bernabé, admitió ayer que hace más de un año su hijo lo llamó para decirle que estaba en Brasil y que oportunamente iba a contarle lo que sucedió, pero nunca volvió a contactar.Leites Dos Santos se sentía seguro y dio un paso en falso: comenzó a subir fotos a las redes sociales. Uno de sus amigos admitió que nunca creyeron realmente que se había muerto: “Sabíamos que estaba con deudas..., aunque también sonaba descabellado asustarnos con una desaparición en el río”.
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