martes, 28 de junio de 2011

ASOMBROSO ENCUENTRO DE CULTURAS

Ese extraño hombre blanco

Extraordinario documento, emocionante¡¡¡ Qué distinta hubiera sido la historia de la Humanidad, si los contactos entre culturas hubieran sido mínimamente como este, es decir, marcados por el asombro, la curiosidad mutua, el respeto, la paz y un legítimo deseo de conocimiento e intercambio que condujera (como en este material), a la celebración del encuentro y el júbilo; y no jalonados por la lógica de la codicia, la apropiación, la violencia, el deseo de dominación y la usura del visitante blanco, que ya harto conocemos.



Desde luego, los valores que regirían la civilización en la que vivimos, serían otros, no estaríamos tan enfermos, tan neuróticos y estresados, tan temerosos y controlados, tan divididos y confusos. Esos habitantes inquietos y curiosos, precavidos y respetuosos ante la presencia del hombre blanco, poseen tal vez todo lo que hemos perdido: la conexión íntima y profunda con la naturaleza, la capacidad de vivir en equilibrio y retroalimentación con su entorno. No necesitan más.



Este vídeo de 1976 muestra a una tribu en Papua, Nueva Guinea, los Tulambi, que jamás antes se había encontrado con un hombre blanco en su camino. El documento se nos presenta como una excelente alegoría antropológica, como un modelo de lo que deberían ser los contactos entre culturas, comunidades o civilizaciones diferentes.

Nunca antes habían visto el fruto de la “civilización moderna”, ni objetos tecnológicos como una cámara de fotos o un espejo. La sorpresa y extrañeza de sus caras es un poema digno de leer. cómo se sentiría ese hombre blanco. ¡Realmente emocionante documento! no tan lejano en el tiempo. Podriamos ser nosotros en la actualidad, esa tribu de hombres que se ve enfrenta un día en un paseo diario, a un cambio de todos los paradigmas existentes hasta entonces.

El encuenro publico y formal de nuestra civiizacion con otras culturas alienigenas, esta a la vuelta de la esquina, y es posible que no sea por simple curiosidad, sino por intereses comunes que nos envuelvan hasta sofocarnos, o nos liberen del oscurantismo atavico que nos afecta.

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