Un grupo de estudiantes del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts emprende una rigurosa investigación para saber con qué forma de casco, hecho con papel aluminio de uso casero, el control mental por ondas de radio es menos posible.


Entre las teorías de la conspiración más comunes se encuentra una según la cual las ondas de radio, tan comunes en el espectro aéreo para un sinnúmero de telecomunicaciones, son también una herramienta de control mental, un recurso para favorecer el dominio sobre las masas inadvertidas de esta situación.
Asimismo, como método de resistencia, se dice que una cubierta de aluminio es una forma asequible y eficaz de obstaculizar dichas ondas y, en consecuencia, no ser sujeto de dicho control mental.

Para comprobar la veracidad de esta creencia, un grupo de estudiantes Instituto Tecnológico de Massachusetts, el prestigioso MIT, emprendió una investigación sobre las formas de casco de aluminio que interrumpen con mayor efectividad la acción de las ondas de radio sobre el cerebro humano.

Para esto, los jóvenes eligieron los tres modelos de cascos más usuales, a saber, el clásico, el fez y el tipo centurión (que se muestran a continuación, en el mismo orden), sometiéndolos a la prueba de un analizador de redes mientras estaban colocados sobre las cabezas de cuatro personas distintas.




Para su sorpresa, el dispositivo encontró que si bien todos estos cascos de fabricación casera desvían las ondas tanto de una fuente externa como de una interna (emanando del propio cráneo del sujeto), en el caso de ciertas frecuencias el efecto, sorpresivamente, se amplía. Y, para temor de “la comunidad marginal de paranoicos”, estas frecuencias coinciden con las de uso reservado para el gobierno de Estados Unidos, de acuerdo al listado ofrecido por la Comisión Federal de Comunicaciones de aquel país.

Así, de acuerdo con esta evidencia estadística, los cascos de aluminio en realidad “intensifican las habilidades invasivas del gobierno”, según escriben los estudiantes en el informe alusivo. “Especulamos que el gobierno, de hecho, pudo haber iniciado la manía de los cascos por esta razón”, agregan.