Normalmente empleamos las dos palabras, sin sentir en profundidad su significado, sin percibir cómo una se puede alimentar de la otra y viceversa, en una simbiosis perfecta de la naturaleza. Vivimos sin conexión consciente entre ellas, y por eso el humano comun y corriente, experimenta esa gran soledad existencial, que se refleja en la falta de la esencia que da sentido a su vida. Para suplir este vacío que le atormenta, llena su mente de creencias en las que se refugia y se siente seguro. Compartir creencias con otros, aumenta considerablemente la fuerza a su ego, esto explicaría hechos tan sorprendentes cómo que adquiera tanta relevancia para muchas personas, que su equipo predilecto gane cualquier competencia, permitiendo que el cumulo de las emociones alcance el paroxismo en la catarsis.
Pero, la esencia humana, es libre y lucha fervientemente por la libertad adquirida, imponiendo la supremacía del espíritu gregario sobre el espíritu propio. Sin embargo, en busca de la seguridad, persiste en negar e incluso atacar las creencias de los otros grupos que no comulgan con sus creencias, creando barreras infranqueables, tildando a los demas como equivocados, se envalentona cuando se agrupa, tomando la conciencia del grupo, como una res dentro de su redil, conformando el ganado humano.
Los rediles tienen vallas que aislan la posesion de los depredadores de afuera, quienes alcanzan la categoria de fieras que se quieren alimentar del ganado que no tiene quien las cuide, y para eso, existe el pastor que reune a las ovejas, las guia donde esta el alimento y las resguarda de la inclemencia del sol abrasador, pero el proposito final consiste en nutrirlas para esquilmarlas, para que entreguen sus beneficios en lana, para que se multipliquen, para que den leche, y por ultimo para que entreguen su carne para alimentar al dueno de la manada. Cuando nos damos cuenta que el trato que recibimos, dentro de los grupos es similar, reaccionamos y hacemos intentos de romper el vallado para liberarnos, aunque las vallas sean más o menos amplias, pero en todas hay una oposicion a nuestra libertad, y tenemos que impedir que nos acarreeen al matadero. Cuando nos aproximamos a la valla que nos encierra, y empezamos a imaginar cómo podría ser nuestra vida afuera del redil, entonces damos el primer paso para crear nuestros suenos de libertad.
El proceso se invierte, el ansia de salir nos lleva a buscar la fuerza en nuestro interior, y empezamos a intuir la presencia del ser. Éste nos espera con todo un mar de sueños y proyectos, que necesitan de nuestra parte humana para realizarse aquí, en esta dimensión de la conciencia. Las demás “reses” nos avisan: “no se te ocurra salir, porque fuera hay peligro de muerte, pero nosotros empezamos a sentir fuera de nuestras creencias, y rompemos la cuerda del miedo. Cogemos impulso para saltar la valla principal, y empezamos a saltar valla tras valla. En el camino nos vamos encontrando, nos explicamos nuestras aventuras. El espacio se abre ante nosotros, todo un nuevo universo no admirado anteriormente, se despliega frente a nuestros ojos … ¡ya somos libres para cumplir nuestros sueños!
Nuestra mente requiere de nuevas creencias, pero ahora las construye con las puertas abiertas…con hermosas ventanas sin barrotes… con preciosos jardines al aire libre. Podemos ir de visita a las creencias de los otros y admirar su trabajo, la crítica ya no tiene sentido, al igual que la competitividad. Las nuevas “casas” permiten la conexión con el ser y las dos palabras “ser humano” cobran su sentido pleno, de conjunto, creando al unísono una nueva realidad. Como seres humanos libres, tenemos la obligacion de
ayudar a otros a conectar con su ser, con su fuerza interior, es imprescindible confiar en ellos, y verlos más allá de las limitaciones de sus propias creencias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario