Como evocando la tradición alquímica o aun los milagros evangélicos, Magpie Polymers, una compañía con sede en París ha patentado una tecnología para “convertir” el agua en metales preciosos como el oro, el platino y otros.
Con reminiscencias lo mismo de la tradición alquímica que de los milagros evangélicos, un grupo multinacional con sede en un laboratorio parisino, busca perfeccionar una tecnología con la que sea capaz convertir el agua en oro, además de otros metales preciosos como platino, paladio y rodio.
La compañía Magpie Polymers, localizada a 80 km al sur de París, ha retomado un desarrollo ideado originalmente en 2007 en la Ecole Polytechnique de Suiza, en el cual se utilizan pequeños granos de resina plástica en las que, al contacto con aguas residuales, se adhieren gradualmente las posibles partículas de los metales mencionados.
En promedio un litro de esta resina, ya patentada, sirve para tratar de 5 a 10 metros cúbicas de aguas de desecho para recuperar entre 50 y 100 gramos de metales preciosos, lo cual a su vez se valúa entre 3 mil y 5 mil euros.
“Solo dejamos un microgramo por litro, el equivalente a un terrón de azúcar en una piscina olímpica”, explicó Steve van Zutphen, cofundador de la firma junto con Etienne Almoric.
La tecnología se aprovecha de los desechos propios de la vida contemporánea en la cual productos como los teléfonos móviles y los convertidores catalíticos se fabrican con pequeñas cantidades de estos metales preciosos, que eventualmente terminan en las cañerías cuando, al terminar su vida útil, son disueltos en ácido.
Y si bien, como acepta el propio van Zutphen, los métodos para separar los metales del agua no son, en lo absoluto, novedosos, pues muchos de ellos existen desde hace un par de siglos, muchos de ellos son imprácticos o sumamente costosos en vista de las cantidades infinitesimales de metal que actualmente corren en las aguas de desecho.
La tecnología de Magpie Polymers se presenta en un momento en que los metales preciosos han elevado su precio dado el desequilibrio existente entre su demanda y la poca cantidad que es posible extraer y poner a circular en el mercado.
Por otro lado, con esta también pueden obtenerse metales pesados como el plomo, el cobalto y el cobre, que si bien no son tan valuados como los otros, su presencia en el agua afecta seriamente la salud humana.
Fuente: Pijamasurf
La compañía Magpie Polymers, localizada a 80 km al sur de París, ha retomado un desarrollo ideado originalmente en 2007 en la Ecole Polytechnique de Suiza, en el cual se utilizan pequeños granos de resina plástica en las que, al contacto con aguas residuales, se adhieren gradualmente las posibles partículas de los metales mencionados.
En promedio un litro de esta resina, ya patentada, sirve para tratar de 5 a 10 metros cúbicas de aguas de desecho para recuperar entre 50 y 100 gramos de metales preciosos, lo cual a su vez se valúa entre 3 mil y 5 mil euros.
“Solo dejamos un microgramo por litro, el equivalente a un terrón de azúcar en una piscina olímpica”, explicó Steve van Zutphen, cofundador de la firma junto con Etienne Almoric.
La tecnología se aprovecha de los desechos propios de la vida contemporánea en la cual productos como los teléfonos móviles y los convertidores catalíticos se fabrican con pequeñas cantidades de estos metales preciosos, que eventualmente terminan en las cañerías cuando, al terminar su vida útil, son disueltos en ácido.
Y si bien, como acepta el propio van Zutphen, los métodos para separar los metales del agua no son, en lo absoluto, novedosos, pues muchos de ellos existen desde hace un par de siglos, muchos de ellos son imprácticos o sumamente costosos en vista de las cantidades infinitesimales de metal que actualmente corren en las aguas de desecho.
La tecnología de Magpie Polymers se presenta en un momento en que los metales preciosos han elevado su precio dado el desequilibrio existente entre su demanda y la poca cantidad que es posible extraer y poner a circular en el mercado.
Por otro lado, con esta también pueden obtenerse metales pesados como el plomo, el cobalto y el cobre, que si bien no son tan valuados como los otros, su presencia en el agua afecta seriamente la salud humana.
Fuente: Pijamasurf
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