El representante mas alto de la religion Catolica afirma que no había ni mula ni buey en el
portal de Belén, lo cual genera por via de consecuencia la revision de la lirica del villancico que reclama esa informacion.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/11/21/actualidad/1353456999_980300.html
El último libro del Papa, que se
pone hoy a la venta en 50 países al precio de 17 euros y bajo el
título La infancia de Jesús, solo tiene 176 páginas en la edición italiana, pero muchos titulares.
Aunque Joseph Ratzinger, que ya era un respetado teólogo antes de convertirse
en Benedicto XVI, deja en pie “la realidad histórica” del nacimiento de Jesús y la
virginidad de María, se carga de un plumazo la iconografía del portal: ni había
mula ni había buey, y la estrella —casi con toda probabilidad— era una
supernova.
El libro, el tercer volumen que
Ratzinger dedica a la figura de Cristo, se plantea una pregunta tan delicada
como crucial para los católicos: “¿Es cierto que Jesús fue concebido por obra y
gracia del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen?”. El Papa se contesta:
“Sí, sin reservas”. Ahora bien, Benedicto XVI le quita la razón a San Agustín,
quien dejó escrito que María hizo un voto de castidad y se encomendó a José para
que la protegiera. Según Benedicto XVI, tal reconstrucción de los hechos “está
fuera del mundo judío en el tiempo del nacimiento de Jesús”. Una fecha que
Joseph Ratzinger sitúa –recurriendo al Evangelio de San Lucas—en el año 15 del
imperio de Tiberio César, entre el 6 y el 7 antes de Cristo, coincidiendo con
una conjunción de los planetas Júpiter, Saturno y Marte. Pero, más que la fecha,
llama la atención la manera en que el Papa reescribe, aunque sin refutar, los
textos de Lucas y de Mateo.
“¿De dónde?”, se viene a
preguntar Ratzinger, “¿pudieron sacar los dos evangelistas la historia que
cuentan?”. Según su respuesta, de la propia María. “Solo ella”, sostiene el
Papa, “podía referir el evento de la Anunciación”. Los matices del teólogo
alemán llegan con los detalles. Según explica en el tercer capítulo, dedicado al
nacimiento de Jesús, la Virgen envolvió a su hijo en pañales, pero como
cualquier otra madre en sus circunstancias, esto es, con amor pero “sin
sensiblería”. Es la tradición, según Joseph Ratzinger, la que le pone literatura
al asunto, metiendo en el cuadro un pesebre —representación del altar— y unas
gasas para envolver al bebé —un anticipo de la hora de su muerte—.
El Papa, por tanto, hace tabla
rasa con los detalles —“en el portal no había animales”— y, a cambio, garantiza
la veracidad del meollo del asunto: el nacimiento de Jesús no es un mito, sino
una realidad: “Historia, historia real, acontecida, historia interpretada y
comprendida con base en la Palabra de Dios”. Tan cierta, añade el Papa, como la
virginidad de María. “Una mujer valiente”, escribe Joseph Ratzinger, “que
incluso ante lo inaudito [el anuncio del Ángel] mantiene el autocontrol. Es una
mujer de gran interioridad, que mantiene juntos el corazón y la razón y trata de
entender el contexto, el conjunto del mensaje de Dios”.
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