“Queremos limpiar el espacio para evitar el riesgo creciente de colisiones y prevenir cualquier tipo de suceso con consecuencias, declaró Matthew Colless, responsable del centro de investigación astronómica y astrofísica de la Universidad Nacional de Australia.
Un nuevo centro de investigación con la participación, entre otros, de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por su sigla en inglés), comenzará a trabajar a mediados de año para aislar los desechos espaciales más pequeños y prever su trayectoria gracias al observatorio de Mount Stromlo, en Canberra (capital australiana).
El objetivo es desviar estos restos (satélites fuera de servicio, cuerpos de cohetes) de su trayectoria golpeándolos con rayos láser desde la Tierra. Esto les obligaría a ralentizar su movimiento y a caer en la atmósfera, donde se prenderían fuego hasta desintegrarse.
El responsable del nuevo centro, Ben Greene, juzgó probable que “una avalancha catastrófica de colisiones (de restos), que destruya rápidamente todos los satélites”, de allí la necesidad de implementar alguna medida preventiva.
La agencia espacial estadounidense y la Agencia Espacial Europea (ESA) registraron más de 23 mil desechos de más de 10 cm, en su mayoría, en órbitas bajas (por debajo de los dos mil km). Los restos de entre 1 y 10 cm se cuentan por cientos de miles.
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