viernes, 27 de marzo de 2015

SEMANA SANTA: DRAMA DE PASIÓN, RITUAL DEL DOLOR Y ESPERANZA DE RESURRECCIÓN

Llega la Primavera y en las ciudades y pueblos de caracter Cristiano, se vacian las iglesias y se llenan las calles de imagenes de Cristos crucificados, de virgenes dolorosas, de acompañantes devotos, disfrazados de supuestos nazarenos con mascaras y capirotes, de sentidas oraciones, de musica religiosa de bandas de tambores y cornetas, de saetas, de pasión, de velas ardientes y la vida de los cristianos se convierte en Procesión de penitencia.


Por una semana, las imagenes que parecen sagradas, abandonan su encierro anual y se pasean por las calles rodeadas de fervor popular, bañándose de color, de arte, de olor a incienso y cera derretida, de promesas incumplidas y de ruegos y peticiones personales que unas imagenes no pueden conceder. De esta manera, todos los protagonistas representan un mecanico Ritual, un doloroso Drama anual.


Si en el Invierno celebramos la representación del nacimiento del Cristo, que llega como una chispa de luz en la oscuridad de la noche, esa chispa se convierte en una poderosa luz que disipa las tinieblas en la Primavera y ese impulso, renueva la esperanza de la promesa que todos esperamos que se cumpla, la Resurrección del Cristo y con ello la de cada uno de los actores, llenando de esta forma todos los espacios con su ESENCIA renovadora de Luz y Esperanza en ser mejores con nosotros mismos y con los que nos rodean. 

¿Pero hasta cuando vamos a necesitar del Ritual?. ¿Hasta cuando vamos a necesitar, revivir las escenas de dolor?, para que se sensibilice y conmueva nuestra Alma, o tal vez sea nuestra dormida personalidad humana . ¿Cuándo vamos a entender el Mensaje y lo vamos a vivirlo en...nuestras propias vidas?.

Quizás es que, queremos seguir atados al Ritual y seguir recordando las escenas de dolor y muerte.
Comprender y actuar en nosotros mismos, aceptando de una vez por todas nuestra responsabilidad personal, sin aplazar más veces, nuestro esfuerzo para crecer, para liberarnos, sin esperar que "alguien" lo haga por nosotros Jesús el Cristo, pues él dijo: ¡ Toma tu cruz y sígueme!.
Pero Cristo, no dijo que habiendo él tomado la Cruz, todos quedásemos liberados de coger la nuestra; crucificarse significa realizar cada uno de nosotros un esfuerzo humano, aceptando este compromiso como algo personal e intransferible.

Asumir la Cruz, es asumir el papel que nos corresponde interpretar a cada uno, es asumir "Nuestra Propia Vida". Cuando así sea, todos nos "crucificaremos" en un acto que nada tiene de CRUENTO ni de SANGRIENTO sino deTRIUNFO personal.

Aquel que logra "crucificar" sus bajas pasiones y resucitar en si mismo el Espíritu del Amor, poniendolo al servicio de su Vida y de los que le rodean, es el que ha llega a la meta, es el Triunfador, cerrando de esta forma un ciclo, que el Maestro Jesús nos enseño:

EL TRIUNFO DEL AMOR


Jesús nos dice a través del Evangelio de Juan en el capitulo 3:3 y versículos siguientes.
"Pues en verdad, en verdad te digo, que quien no naciera de nuevo, no puede ver el Reino de Dios o tener parte en él".

Dícele Nicodemo: “¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Puede
acaso volver otra vez al seno de su madre para renacer?”

“En verdad, en verdad te digo, - respondió Jesús - quien no renaciera
por el bautismo del agua y la gracia d el Espíritu Santo, no puede entrar en el...
Reino de Dios.”

“Lo nacido de la carne, carne es; más lo que ha nacido del Espíritu, es
Espíritu, o Espiritual.”

“Por tanto no extrañes que te haya dicho: Os es preciso nacer otra vez.”

RESURRECCIÓN EN VIDA

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